Una exposición en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid en el primer trimestre de 2018 dedicado a la artista Maruja Mallo (1902-1995) completará el año dedicado a esa pintora surrealista gallega, informó ayer la Real Academia Galega de Belas Artes.

En un comunicado, la citada academia indica que el anuncio de la exposición fue efectuado en la localidad lucense de Vivieiro, lugar de nacimiento de Mallo, durante un acto de homenaje organizado esta ayer con motivo del Día das Artes Galegas.

La apertura del año de homenaje a Maruja Mallo se celebró en el teatro Pastor Díaz y fue inaugurado por el presidente de la Academia, Manuel Quintana Martelo, con asistencia de la alcaldesa de Viveiro, María Loureiro; del presidente de la Diputación de Lugo, Darío Campos, y del conselleiro de Cultura, Román Rodríguez.

Maruja Mallo nunca contrajo matrimonio ni militó en partido político alguno, fue una artista "sin prejuicios, creadora brillante y rebelde, dotada de gran talento, una sólida formación intelectual, opinión y criterio propios, una rara avis que admite numerosas y caleidoscópicas lecturas", indicó la académica Asunta Rodríguez en el comunicado.

Tras estudiar en Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Mallo pintó el cuadro La mujer de la cabra (La isleña), la serie Verbenas de 1927 y La mujer en bicicleta de 1930, donde recrea a mujeres de dimensiones desproporcionadas.

En 1926, la artista pintó La sorpresa del trigo, la obra con la que entró de pleno en el género del surrealismo y que denota una clara influencia del muralista mexicano Diego Rivera.

Etapa en Buenos Aires

Tras vivir un año en París, Maruja Mallo partió hacia Buenos Aires en 1937, donde comenzó a pintar Arquitectura humana en la que incorpora elementos de geometría, y la serie La religión del trabajo, y en 1942 comenzó a reflejar en sus cuadros la América indígena y la pluriculturalidad, fruto de sus viajes.