El hervidero musical que era el Seattle de los años noventa sufrió una brutal sacudida el 8 de julio de 1993. Mia Zapata, vocalista y líder de la banda punk The Gits, había sido violada y asesinada en las calles de la ciudad. Lo horripilante del crimen, sumado al estancamiento de las investigaciones policiales para hallar al culpable, hizo que buena parte la comunidad rockera del país se uniese para buscar soluciones.

La primera de ellas fue cooperativista. Activistas y músicos de Seattle fundaron Home Alive, una asociación que, además de visibilizar la violencia hacia las mujeres, promovía la autodefensa. Como parte de su campaña de financiación se editó un cd recopilatorio en el que participaron grupos locales y estrellas de nivel nacional como Joan Jett.

Jett estaba familiarizada con el caso. Ya había editado el single Go Home, coescrito por la cantante de Bikini Kill y activista feminista Kathleen Hanna y dedicado a la memoria de Mia. En su videoclip, un individuo intenta atacar a Joan, que lo repele y patea sus testículos, en una visión un tanto pedestre de un tema tan serio que no sentó muy bien en Seattle, pese a sus buenas intenciones.

"Me cabreó mucho ver aquello - recordó años después el batería de The Gits, Steve Moriarty, en la revista Popular 1-, y le escribí un carta a su sello. Les dije que si realmente querían ayudar a la investigación que enviasen dinero para pagar a un detective privado. Joan y su manager contactaron conmigo y decidimos hacer un concierto benéfico con ella cantando canciones de The Gits y nosotros tocando los suyos. Fue una idea mal concebida, pero al final nos divertimos".

El resultado de esa colaboración fue una gira y un disco, titulados ambos Evil Stig, Gits Live, escrito al revés. En el álbum se aprecia la fuerza del repertorio de la banda de Seattle y la implicación de la estrella californiana: "Fue algo muy emotivo, que funcionó a muchos niveles. Vi entre el público a gente cantando, a gente llorando, y los chicos de la banda parecían tan felices de tocar esas canciones de nuevo? Me sentí muy humilde", aseguró Jett.

Este tour supuso una vuelta a los orígenes para Joan. The Gits era puro underground, con un único LP editado en una compañía independiente, mientras que ella era una artista de fama mundial. "Es una persona muy dulce -alabó Moriarty-, sencilla, emocional y con una gran empatía". El baterista destacó en la misma entrevista que Joan Jett & The Blackhearts fue una de las primeras bandas de rock que escuchó en su infancia, a principios de los ochenta. Una época en los que Jett logró situarse como una de las cantantes más exitosas del mundo, pese a tenerlo todo en contra.

Jett inició su carrera a mediados de los setenta al frente de The Runaways, una dura banda de chicas adolescentes que cosechó éxitos y polémicas a partes iguales. Pero a finales de la década y con el grupo ya separado, se encontró sola y sin contrato. Su estilo, entre el punk y el hard rock, coincidía con los gustos de la época, sus canciones tenían gancho, pero ella era del género equivocado. La leyenda dice que fue rechazada por más de 20 compañías discográficas y por eso decidió poner en marcha su propio sello y autoeditarse.

Dos años después, Jett había vendido más de 10 millones de discos. Su segundo álbum, I Love Rock `N` Roll, coronó las listas de medio mundo y la combativa rockera aprovechó para relanzar su primer single, Bad Reputation. "No me importa una mierda mi reputación/Vivís en el pasado, esta es una nueva generación/Las chicas pueden hacer lo que ellas quieran/y eso es lo que voy a hacer", cantaba con furia, a una velocidad endiablada y bajo un fuego cruzado de guitarras punk. Una declaración de intenciones que hoy puede sonar naif, pero de una importancia capital en su época y para el futuro.

Porque, pese a que no puede ser definida como una "cantante protesta" canónica, al estilo de una Joan Baez, la carrera de Jett ha sido una lucha continua. Su principal batalla fue su autorreivindicación fuera del rol tradicional al que había sido relegada la mujer en el, en teoría, progresista mundo del rock. No se trataba de una cantautora lánguida, de un puro objeto sexual ni de una vocalista melódica con repertorio sobre desengaños y amoríos. Llevaba chaqueta de cuero, tocaba su Gibson Melody Maker a un volumen atronador y lucía una actitud desafiante, en una época en la que ver este estereotipo rockero encarnado en una chica de evidente fortaleza, era algo casi revolucionario.

La influencia de Joan en las siguientes generaciones fue enorme y transversal, abarcando desde lo más profundo del underground hasta al mainstream. Su éxito tuvo además consecuencias sociopolíticas incalculables. Con Jett como uno de sus principales iconos, el movimiento Riot Grrrl de principios de los noventa marcó, a través del punk y el activismo, el inicio de la Tercera Ola del feminismo, que abrió un abanico reivindicativo con cada vez más vigencia e influencia.

También fueron muchas las artistas masivas que adaptaron sus temas, como Britney Spears y Avril Lavigne, aunque la mejor predicadora de la obra de Joan es Miley Cyrus. En su famoso concierto del Rock in Rio Madrid de 2010, interpretó varios temas de Jett ante el estupor de las miles de familias que habían acudido a ver a la pizpireta Hannah Montana. Cyrus cita a Joan como su principal influencia y sus colaboraciones se han sucedido. La más espectacular fue una interpretación del Androginous de The Replacements en un especial televisivo, en el que ambas estrellas compartieron micrófono con Laura Jane Grace, vocalista de Against Me! en una abierta defensa de la libertad de género que llegó alta y clara a los millones de adolescentes fans de Miley.

Otro ejemplo de la vigencia del legado y la figura de Jett es que muchos años después de su corta aventura con The Gits, otra banda de Seattle la reclamó para homenajear a su fallecido vocalista. El grupo se llamaba Nirvana, y para sus miembros supervivientes fue un honor que una de las heroínas de Kurt Cobain interpretase Smells Like Teen Spirit en su ceremonia de inclusión en el Rock N Roll Hall of Fame.