Ocurría esta semana en Chiclana (Cádiz). Un hombre era detenido por violar a una menor tras contactar con ella a través de la red social Tuenti y coaccionarla. Con sólo 16 años, esta chica cayó en las redes de un peligroso fenómeno cada vez más extendido en Internet: el grooming. El acoso a menores protagonizado por adultos que se ganan su confianza en la red para después obtener satisfacción sexual mediante chantaje empezó hace unos años a cuentagotas, pero cada vez es más habitual. La provincia de Pontevedra no es una excepción y prueba de ello es que la Guardia Civil detectó a lo largo del pasado año cuatro casos de ciberacoso de los que fueron víctimas niñas de entre 10 y 14 años. Y no sólo eso, porque un juzgado pontevedrés acaba de dictar la primera sentencia en la provincia contra uno de estos depredadores de Internet: se trata de un joven que fue condenado a prisión por coaccionar a una adolescente para que le mostrase sus pechos por el ordenador.

Los primeros casos de grooming en la provincia se detectaron en 2007 y 2008. Pero cada vez hay más. "La proliferación de las redes sociales es una de las causas", explican fuentes de la Guardia Civil de Pontevedra. Precisamente fue un equipo especializado en delitos informáticos de esta comandancia el que investigó el pasado 2009 las denuncias de las cuatro niñas víctimas de grooming. La intervención de los familias de estas menores y de los agentes evitó que ninguno de los ciberacosadores lograse su objetivo, que era obtener imágenes de las niñas desnudas.

Casos idénticos

El modus operandi utilizado en estos casos fue prácticamente idéntico. Los atacantes, todos ellos adultos, entablaron amistad con las niñas a través de redes sociales. Entre los adolescentes, la más popular suele ser Tuenti. Con argucias y engaños lograron ganarse su confianza -lo más frecuente es que se hagan pasar también por menores- y convencerlas de continuar el contacto a través del messenger. El objetivo no era una amistad, sino obtener imágenes sexuales de ellas y por eso en algunos de estos casos intentaron camelarlas recargándoles sus teléfonos móviles. "Era una especie de regalo para conseguir a cambio que las niñas les enviasen fotos desnudas, pero todo se descubrió a tiempo", aseguran en la comandancia pontevedresa, que añade que en las conversaciones por chat entre los acosadores y las víctimas éstos suelen utilizar un lenguaje de alto contenido sexual.

El anonimato que proporciona Internet es el principal escollo con el que se encuentran los investigadores para dar con estos chantajeadores sexuales. "Está claro que cada vez hay más casos de estas características, es realmente preocupante; lo que ocurre es que no hay suficientes denuncias y en las que se conocen suele ser muy difícil dar con el acosador", relata Luis María Uriarte, fiscal especializado en Criminalidad Informática en la provincia.

Dificultad

La dificultad para detener a los autores de estas prácticas provoca que sean muy pocos los casos de grooming que llegan a juicio. Precisamente, un juzgado de lo Penal de Pontevedra acaba de dictar la primera sentencia condenatoria en la provincia por este tipo de acoso en Internet. El acusado, que se conformó con la pena de prisión que planteó el fiscal por un delito de corrupción de menores con fines de exhibicionismo, era un joven de 30 años de Sevilla que contactó por Internet con una chica de Pontevedra que cuando sucedieron los hechos -en 2007- tenía 14 años. Tras ganarse su confianza en el messenger, la convenció para que le enseñase los pechos por el ordenador a cambio de hacerle una recarga de diez euros en el móvil. Pero la cosa no quedó ahí, y el hombre siguió coaccionándola para que volviese a mostrarse desnuda. Un familiar de la menor descubrió lo que estaba ocurriendo y tras presentarse una denuncia, el acosador fue detenido. En su ordenador tenía numerosas imágenes de carácter sexual y erótico, pero no se pudo determinar que todas fueran de menores.