El Ministerio de Asuntos Exteriores reconoció ayer la casi certeza de que los españoles desaparecidos tras el terremoto de Nepal fallecieron en el siniestro. La posibilidad, que día a día fue cobrando cuerpo a lo largo de la última semana, fue ayer planteada sin tapujos por José Manuel García-Margallo: "Vamos a tener siete muertos", afirmó con contundencia -quizá demasiada- el ministro. El cadáver de la catalana Roser Palau, la primera víctima española, llegó ayer al aeropuerto de Barcelona. Quedan seis compatriotas más desaparecidos desde hace catorce días. Las familias de los montañeros asturianos Sabino Fernández, Jesús Mosteirín, Ángel Hernández y Egidio García supieron ayer que las condiciones meteorológicas impidieron un vuelo de reconocimiento sobre un área del valle de Langtang que no había sido lo suficientemente peinado en busca de víctimas. De hecho, siguen encontrándose. Ayer aparecieron, entre otros, los cuerpos de dos diplomáticos de la embajada de Rusia.

La jornada, pues, comenzó con problemas. Los agentes de la Guardia Civil que iban a participar en el operativo decidieron finalmente apoyar las tareas de reparto de comida en Dhunche, una población local. Un segundo vuelo, al que se incorporó la inspectora del Cuerpo Nacional de Policía Ana Isabel Fernández, sí logró llegar al devastado pueblo de Langtang.

El ministro Exteriores garantizó ayer que "mientras haya un rayo de esperanza" se mantendrá la búsqueda de los cuatro asturianos desaparecidos y de la pareja formada por el aragonés Mixel Pizarro y la cántabra Isabel Ortiz.

Pero la esperanza se agota a medida que pasan las horas. Margallo es consciente de que la tragedia golpea a España, pero, asegura, pudo haber sido peor tras un terremoto de gran intensidad "en el tercer país más pobre del mundo", rodeado de "montañas que tienen cotas de 8.000 metros" y en el que había en la mañana del 25 de abril 580 españoles.