"Mi madre siempre fue flaquita, no la abandoné, la quería con toda mi alma". Estas fueron las palabras que ayer pronunció ante el juez José Ramón Romero, acusado de dejar morir de hambre a su madre, Ana Delia, de 76 años. Romerito, como así es conocido el hombre en Santa Cruz de Tenerife, afirmó que tenía la intención de llevar a la anciana a una residencia porque "de una semana para aquí aflojó". "Yo nunca quise que sucediera esto. No es culpa mía", declaró el acusado ayer en el Juzgado.

En su declaración, el acusado expuso que llevaba a la mujer en una silla de ruedas a la cocina, gastaba dos paquetes de pañales al día y la curaba también dos veces cada jornada. Esa atención contrasta con el estado en el que hallaron los sanitarios a Ana Delia en su casa. De hecho, la autopsia revela que el grado de debilidad de la mujer no cuadra con la declaración que efectuó su hijo ante el magistrado del caso.