El conflicto que mantienen los ambulantes gitanos gallegos y zamoranos volvió a estallar ayer en la feria de Redondela con un enfrentamiento entre ambos bandos que obligó a intervenir a varias dotaciones de la Policía Nacional. Aunque no se registraron heridos ni detenciones, el altercado tuvo momentos de máxima tensión al proferirse ambos bandos insultos y amenazas. La rápida intervención de las fuerzas del orden, que desplegaron varias dotaciones en la zona, impidió que se produjeran agresiones físicas y que el conflicto terminase en una batalla campal, según reconocieron ambas partes.

Los agentes realizaron cuarenta identificaciones entre los implicados en el enfrentamiento y en el entorno se encontraron algunas navajas y palos que habrían tirado algunos de los integrantes de los clanes, según informaron fuentes policiales.

Como consecuencia del altercado el colectivo de zamoranos, que cuenta con unos 25 puestos en el mercadillo de Redondela, decidió abandonar la feria y para garantizar su seguridad la Policía Nacional los escoltó durante el trayecto hasta sus domicilios en la localidad de Porriño.

Los hechos se produjeron sobre las nueve de la mañana, cuando algunos de los feriantes todavía preparaban sus puestos. Según comentaron testigos presenciales, el conflicto se inició cuando se personó en la zona en la que se ubican los zamoranos un grupo de unos cuarenta gitanos gallegos -colectivo también conocido como clan de los Morones- que comenzaron a insultarles y amenazarles para que cesaran la actividad. La tensión de los últimos días tras la pelea entre ambos bandos a mediados del pasado mes en el mercadillo de Cangas, y sobre todo tras el tiroteo producido después en la circunvalación VG-20 en Vigo, mantenía en alerta máxima a las fuerzas de seguridad, que desplegaron desde primera hora varias unidades antidisturbios, una medida especial de vigilancia reforzada por siete agentes de la Policía Local de Redondela. Las dotaciones policiales se interpusieron entre ambos bandos para evitar una pelea y procedieron a identificar a los integrantes del grupo de los Morones.

Para evitar incidentes mayores el colectivo de zamoranos decidió desmontar sus puestos y marcharse a sus casas, y la Policía Nacional garantizó su seguridad escoltando sus vehículos hasta Porriño, donde reside la mayoría de estos ambulantes. Por su parte, los Morones también abandonaron el mercadillo redondelano cuando comprobaron que los castellanos recogían su mercancía.