"Alivio". Esta es la primera sensación que se le viene a la cabeza al fiscal Alejandro Pazos, artífice de la acusación pública que llevó al doble filicida de Moraña, David Oubel, a ser el primer condenado en España a prisión permanente revisable por el asesinato de sus dos niñas de 4 y 9 años, Amaya y Candela.

El fiscal intentaba ayer retomar el pulso a su actividad diaria después de un proceso judicial que duró dos años y que él mismo reconoce que fue una losa que tuvo su punto culminante el pasado jueves, cuando el jurado popular dictaba su veredicto unánime de culpabilidad. Un momento en el que el fiscal se vio embargado por la emoción y dejó escapar incluso algunas lágrimas que le obligaron a interrumpir su exposición.

Ayer, cuatro días después de aquel momento, este fiscal especializado en delitos económicos lamentaba no haber logrado frenar aquellas lágrimas. "Igual no quedó muy bien", reflexionaba, al tiempo que reconocía que en aquel momento el caso ya "había superado" sus límites y que no pudo contenerse. Atrás quedaban dos años de instrucción por un crimen brutal tanto por las dos víctimas inocentes de todo este suceso, como por todas las circunstancias que lo rodeaban y un acusado que desde el momento de su detención, hasta el instante en el que fue condenado, dio muestra de no sentir ni padecer nada ante lo sucedido. "Si me preguntan, igual está mal decirlo así, pero hasta podría afirmar que fue un juicio fácil, en el que además todo se fue poniendo de cara", reflexionaba ayer el fiscal.

Existían numerosas evidencias probatorias que demostraban la autoría del crimen por parte de David Oubel. Además, él mismo reconoció los hechos en el juicio. Incluso el acusado reconoció que estaba en sus cabales, desbaratando la que podría ser la única línea de defensa de su abogado. Sin embargo, frente a esta aparente facilidad del caso desde el punto de vista técnico, el fiscal reconoce que se trató de una fase de instrucción y de un juicio "que fue muy duro psicológicamente".

Es probable que el fiscal no acabe por perder de vista el expediente de manera definitiva. Los varios tomos que forman parte del sumario reposan todavía sobre la mesa de su despacho. La sentencia es firme, ya no habrá recursos, pero queda todavía la fase de ejecución de la condena, algo en lo que ya ha estado pensando el fiscal aunque desconoce si esta labor le corresponderá a él o a otro compañero.

Según explica el fiscal, si se mantiene la actual legislación -la prisión permanente revisable está recurrida ante el Constitucional- David Oubel no podría acceder al tercer grado penitenciario como mínimo hasta que haya cumplido 22 años en prisión. El fiscal calcula que no se podría revisar su condena hasta que haya pasado al menos treinta años.