El terremoto de 7,3 grados en la zona fronteriza de Irán e Irak ha podido causar más de 400 muertos y unos 7.000 heridos, sobre todo en el primer país. El terremoto afectó especialmente a la provincia iraní de Kermanshá y, en particular, a localidad de Sarpol-e Zahab, a unos 15 kilómetros de la frontera y donde se han contabilizado la mayoría de los fallecidos. "La noche hizo difícil que los helicópteros vuelvan a las zonas afectadas, algunas carreteras quedaron cortadas. Estamos preocupados por las aldeas más remotas", indicó el ministro del Interior iraní, Abdolreza Rahmani Fazli. El líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei, ordenó poner todas las capacidades al servicio de las víctimas del terremoto. Las autoridades de la región del Kurdistán iraquí cifraron en 7 los muertos y más de 300 los hospitalizados.