El hostelero Carlos Viéitez, Papuchi, acusado de abusos sexuales a una veintena de adolescentes en Vigo por los que la Fiscalía pide penas que suman 54 años de prisión, ha podido abandonar el penal de A Lama tras depositar 30.000 euros de fianza. La magistrada de Instrucción 6 de Vigo había fijado hace cuatro meses una fianza de 50.000 a tenor del alto tren de vida que el acusado llevaba, y rechazó rebajarla como solicitaba el hostelero.

Finalmente ha sido la Audiencia Provincial la que ha rebajado a 30.000 euros la fianza al estimar parcialmente el recurso de la defensa, que adujo que si la disponibilidad económica de su cliente fuese de tan amplia disponibilidad como creían las acusaciones, no habría pasado las Navidades en prisión. Ayer mismo se consignaba dicha cantidad en la cuenta del juzgado y su defensa pedía a la Audiencia su inmediata puesta en libertad.

El auto de la juez de Instrucción recogía otros requisitos que ahora tendrá que cumplir el acusado. Así, a petición de la Fiscalía y de las acusaciones, no podrá residir en Vigo y se le impone la prohibición de acercarse a menos de 500 metros de casi una veintena de perjudicados o de comunicarse directa o indirectamente con ellos durante la tramitación del procedimiento. Un tiempo en el que tampoco podrá salir del territorio nacional.

Carlos Viéitez, de 42 años, llevaba casi un año en prisión, desde que a finales de abril del año pasado fue detenido. Se le imputan varios delitos de abusos sexuales a adolescentes, de exhibicionismo y de provocación sexual. La Fiscalía, que pide penas que suman 54 años de prisión y multas, sostiene que que Papuchi, como le conocían los menores, se aprovechó de su trabajo en un restaurante en la zona de moda de los jóvenes para entablar contacto con ellos.

La declaración de las víctimas y el volcado de teléfonos y ordenadores resultaron claves al comprobarse los mensajes de WhatsApp y Snapchat. Así, se considera acreditado que el hostelero entraba en contacto con los chicos en el restaurante que regentaba en Montero Ríos, se ganaba su confianza y les enviaba fotos y vídeos de contenido sexual creando un ambiente de cercanía abordando el tema sexual entre bromas.

En su local les daba trato especial, reuniéndose con ellos en el reservado del restaurante, donde les grababa, y también organizando quedadas sexuales en su casa a través de dos grupos de WhatsApp. Les hacía regalos, les paseaba en coches de lujo, viajaban y se bañaban desnudos en su yate Ipanema e incluso invitó a varios a ir juntos a un prostíbulo.