Ganadora de un Óscar por El paciente inglés (1996) y reina del cine de autor europeo, Juliette Binoche viaja a lo más oscuro del alma en Nadie quiere la noche, la última película de Isabel Coixet y una invitación a abrazar a "nuestro animal interior".

El filme, que acaba de clausurar la Seminci de Valladolid, donde Binoche recogió la Espiga de honor, es una ficción basada en hechos reales que relata la aventura, primero épica y después íntima, de Josephine Peary tras las huellas de su marido, el primer explorador que alcanzó el Polo Norte a principios del siglo XX.

"De algún modo todos pasamos por eso. Nacemos llenos de fuerza y ganas de conquistar el mundo, y en el camino descubres emociones, celos, ira, orgullo, que pueden asustar, pero si entras en ellas te permiten alcanzar un nuevo grado de conciencia. Digamos que el Polo Norte hay que encontrarlo en nuestro interior", reflexiona la actriz.

"Tuve una crisis después de Los amantes del Pont Neuf (1991). Pasé por tantas dificultades con esa película que me planteé dejar de actuar. Fui a mi profesora de teatro a pedir consejo y me dijo que ni hablar, que tenía que volver a actuar y que me iba a ayudar", relata.