Si el mundo se viene abajo, el diseñador Lucas Ossendrijver se empeña en reconstruirlo en sus creaciones de hombre para la firma Lanvin, que presentó ayer su colección para la primavera-verano 2018: una oda al caos y a la poesía que solo se encuentra en sus diseños, un abrazo a los contrastes y su belleza. El desfile tuvo lugar en una de las salas del palacio de deportes de Bercy, en París, preparada para acoger lo que parecía un ring de boxeo, una forma de poner como telón de fondo un escenario viril.

Aires militares, uniformes, ropa deportiva y mucha sastrería. Con esta variedad de referencias resultaría difícil encontrar la armonía, pero Ossendrijver, uno de los creadores más consolidados de la moda masculina, salió victorioso del reto. "El caos reina en nuestra época. En lugar de combatirlo, he decidido aceptarlo plenamente", explicó el creador tras el desfile.

Los estilismos parecían creados con dos mitades distintas: por detrás eran uniformes de trabajo, por delante, trajes.