Llegó, durmió (la siesta) y disparó. Javier Cercas (Cáceres, 1962), uno de los escritores más premiados y reconocidos en España y en el extranjero - sus libros han sido traducidos a más de treinta idiomas.

El autor de ‘Soldados de Salamina’, ‘La velocidad de la luz’ o ‘Anatomía de un instante’ no dudó en contestar a una pregunta que se hace a diario: “¿Soy un escritor?” Ante un reducido grupo de periodistas y recargadas las pilas después de una larga noche, “no de juerga”, aclaró, respondió sin titubeos: “La única respuesta es escribir. Soy un impostor y escribo para seguir prolongado mi impostura (...) Si no escribiera sería un killer, un asesino en serie. El escritor es un tipo que te complica la vida”.

Cercas sabe cuál es su terreno. “La literatura sirve para cambiar el mundo, para cambiar la percepción del mundo que tiene el lector”, afirmó. Ya lo dijo Kafka, uno de sus maestros junto a Borges: “Un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro”.

“La literatura - continuó - te permite vivir de un modo más profundo e intenso. No leer es vivir menos. A mí, por lo menos, me hace menos burro, no sé si mejor persona... La literatura es dinamita, no es un entretenimiento más”.

Cercas también habló de su libro, del último, ‘Las leyes de la frontera’, otro éxito inter-nacional, “una puñetera historia de amor que se lee muy bien” y que transcurre por el lado salvaje, el de los quiquis de los años 70, con el trasfondo de la crisis de aquella época, la del primer posfranquismo, y la transición. “En el extranjero quizá han captado mejor la historia que en España. La novela presenta una realidad compleja, ambigua y plantea preguntas, pero en España quieren respuestas”, comentó.

Ya con ‘Anatomía de un instante’, novela con la que revisó el intento de golpe de Estado del 23-F, Cercas se sumergió en los años de la transición y des-cubrió que al otro lado de la política siempre aparecía el quinqui, una figura que “no es más que un avatar español de un mito universal, el Billy the Kid”. “Los quinquis aparecían en prensa y en el cine, por todos lados, lo suyo fue un boom que se explotó y luego se agotó de repente”.

El ex charnego, porque éstos “ya no existen, lo cual es un éxito de la sociedad catalana”, aclaró que la crisis de los 70 poco tiene que ver con la actual. “Hoy creo que vivimos en una especie de dictadura del presente, como si el pasado no existiera. El poder tiene menos poder que nunca porque está más controlado, por los medios. Esta crisis es muy dura, un día salimos y otro no, pero podemos salir”.

Los jóvenes de su novela, los quinquis, y los de hoy, también se diferencian. “Los de ahora son educados y tienen palabras. Aquellos no, eran desarraigados y no tenían futuro. La inmensa mayoría murió joven, por el sida o la heroína. Lo esencial es tener palabra y el 15-M es de lo más saludable que ha pasado en este país. Otra cosa es cómo se ha gestionado”.

E insistió en su, digamos, opti- mismo: “Saldremos de la crisis si no nos ponemos burros porque el deporte nacional en España siempre ha sido la guerra civil o el golpe de Estado”.