[endif]Alejandro Pérez Lugín nació en Madrid en 1870, pero su experiencia estudiantil en la Universidad de Santiago le hizo tomar contacto con Galicia, a la que se vinculó de por vida. Tras culminar la carrera de Derecho, se inició en el mundo del periodismo en El Pensamiento Gallego. Su trayectoria periodística continuó en Madrid, donde publicó crónicas sobre Galicia aprovechando sus estancias veraniegas en Sada. Otros rotativos en los que Pérez Lugín dejó muestras de su admirable estilo fueron La Tribuna, El Liberal y El Heraldo de Madrid. En el segundo de estos diarios hizo famosas sus crónicas taurinas, que firmó con el seudónimo de Don Pío. Eran tiempos de gran rivalidad entre los maestros de la lidia, por lo que los agudos comentarios de Pérez Lugín sobre las faenas suscitaban el interés de los lectores aficionados al toreo. A pesar de su continua labor periodística, Pérez Lugín fue durante su vida abogado, juez municipal y funcionario de Fomento. Su fervor por Galicia le hizo organizar expediciones de viajeros madrileños que acudían en el ferrocarril para comprobar las bellezas de esta tierra que el gran periodista les elogiaba de forma incesante. A Coruña fue una de sus grandes pasiones, hasta el punto de que la bautizó con los sobrenombres de Ciudad Cristal y Ciudad Sonrisa. En su obra narrativa destacan dos novelas: La Casa de la Troya y Currito de la Cruz. La primera de ellas describe sus vivencias estudiantiles en Santiago y fue editada en 80 ocasiones, adaptada al teatro por Linares Rivas y filmada en cinco versiones diferentes. La segunda de las novelas narra la vida de un torero sevillano y fue también llevada al cine y el teatro. Alejandro Pérez Lugín murió en 1926 en A Coruña, a donde hizo que le trasladaran cuando sintió los primeros síntomas de su enfermedad. El Ayuntamiento expuso su cuerpo en el Palacio Municipal y costeó su entierro en San Amaro, al tiempo que le dedicó una calle en la Ciudad Jardín / J. M. G.