Algunos de los líderes del movimiento liberal de las primeras décadas del siglo XIX se caracterizaron por su radicalismo, quizás como reacción a los intentos de los monarcas absolutistas por acabar con los difusores de esta ideología. Fueron muchos los abanderados de la libertad que pagaron con sus propias vidas su defensa de la participación del pueblo en el gobierno de la nación. En A Coruña, los casos de Porlier y Sinforiano López son los más conocidos, pero los liberales que padecieron persecución fueron muchos más. Antonio María Pereira se destacó entre los coruñeses que se oponían a la monarquía absoluta del rey Fernando VII, quien derogó la Constitución elaborada por las Cortes de Cádiz y restableció el régimen autoritario. Pereira fundó en 1821 el periódico El Gorrión, que, a pesar de tener un nombre tan lírico, fue conocido por la dureza de su lenguaje, con el que fustigaba a los partidarios del monarca. El investigador Couceiro Freijomil asegura que este periodista era extremadamente liberal en sus convicciones y que sus escritos atentaban contra la moral de la época. Con semejante publicación, no es de extrañar que Pereira fuese denunciado de inmediato, por lo que decidió poner tierra por medio. Su caso provocó la primera sesión realizada en A Coruña por el Jurado de Imprenta, tribunal que se encargaba de juzgar las causas por delitos cometidos mediante las publicaciones. El historiador Eugenio Carré menciona el juicio a Pereira como un acontecimiento social en la ciudad, hasta el punto de que fue necesario habilitar una gran sala del convento de San Francisco para acoger a las numerosas personas que deseaban presenciar la vista. El recinto no pudo soportar el peso del público congregado en el viejo edificio, cuyo suelo se desplomó. Decenas de ciudadanos resultaron gravemente heridos y Carré cuenta que durante años se vieron por la ciudad múltiples mutilados, cuyo paso recordaba aquel trágico suceso. J. M. Gutiérrez