En los manuales de historia de los Estados Unidos se recuerda la figura de un marino español nacido en la villa de Corme que tuvo el arrojo de explorar las costas que van desde México hasta Alaska. Francisco Antonio Mourelle de la Rúa nació en 1750 en una casa solariega de la localidad coruñesa que aún conserva el escudo de la familia. A finales del siglo XVIII los españoles navegaban sin descanso a lo largo del litoral del Pacífico Norte desde las colonias que habían establecido en la Baja y la Alta California. Aquellas exploraciones sembraron de nombres castellanos las costas de la región, en la que hoy subsisten San Francisco, San Diego, Santa Bárbara o Bahía Bodega. En el año 1775 Bruno de Hezeta dirigió una expedición hacia los territorios que hoy forman Canadá . En su equipo se encontraba Mourelle, que redactó un meticuloso diario en el que recogió toda clase de datos sobre la cultura de los pueblos indígenas, su organización social, costumbres y religión. El marino gallego incluyó en sus anotaciones aspectos sobre la flora de la región. Su información fue tan precisa que las exploraciones efectuadas posteriormente por ingleses y franceses hicieron uso de su diario para recorrer estos territorios. Cuatro años más tarde, Mourelle participó en una nueva expedición, en este caso comandada por Ignacio de Arteaga. El recorrido realizado fue sugerido por las exploraciones del famoso capitán británico James Cook en su tercer viaje, que se desarrolló por la costa del noroeste americano. Mourelle y sus compañeros llegaron a las islas del Príncipe de Gales, en el sur de Alaska, y continuaron hasta el cabo de San Elías, muy cerca de Anchorage, la actual capital de este estado norteamericano. Ninguna otra expedición española llegó tan al norte en este continente. Los marinos se quedaron fascinados con las embarcaciones de los indios, a las que llamaban kayaks. Al igual que en el viaje anterior, Mourelle recogió gran cantidad de datos sobre estas lejanas tierras. J. M. Gutiérrez