El barrio de la Sagrada Familia acoge la calle dedicada a uno de los personajes claves en la historia española de la Edad Moderna, ya que desempeñó un papel fundamental en la vida política, cultural y religiosa del país. Gonzalo Jiménez de Cisneros nació en la localidad madrileña de Torrelaguna. Pertenecía a una familia noble que carecía de fortuna e ingresó en la Iglesia en su juventud, lo que le permitió estudiar Teología y Derecho en Salamanca y Roma. En el año 1484 tomó el hábito de la orden franciscana, momento en el que decidió cambiar su nombre por el de Francisco. Su carácter y su pasión por la defensa de la fe cristiana llamaron la atención de la reina Isabel de Castilla, quien le convirtió en su confesor y principal consejero. La monarca le aupó a la silla arzobispal de Toledo con el fin de que dirigiese una política de regeneración del clero. Cisneros no fue partidario de la convivencia entre los españoles de religiones diferentes, por lo que promovió la conversión de los musulmanes y judíos. En 1502 hizo expulsar del antiguo reino de Granada a todas aquellas personas que no se hubieran bautizado. El arzobispo fue también el responsable de las campañas africanas de los Reyes Católicos, cuyas tropas tomaron las ciudades de Orán, Bugía y Trípoli. Cisneros se preocupó también por la reorganización del ejército castellano y promovió numerosas reformas militares. Su actividad se orientó además hacia la educación, ya que fundó la Universidad de Alcalá de Henares y mandó imprimir la Biblia Políglota Complutense, una de las obras cumbres de su tiempo. La muerte de Felipe el Hermoso en 1506 dejó a Castilla sin rey, por lo que la nobleza nombró regente a Cisneros, quien al año siguiente consiguió que Fernando el Católico ocupase el trono. El monarca le proporcionó la dignidad cardenalicia y le designó como regente en su testamento. A la muerte de Fernando, Cisneros se dirigió a Santander para recibir al que sería el nuevo rey pero falleció en el camino, en la localidad de Roa, lo que privó a Carlos I de su principal apoyo. J. M. Gutiérrez