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El centro de baja exigencia Abeiro atendió a 167 usuarios en su primer semestre

El Concello destinará 100.000 euros al alquiler de diez viviendas para personas que lleven más de tres años viviendo en la calle

El centro Abeiro, que abrió en junio del año pasado, atendió en sus primeros seis meses de vida a 167 usuarios, de los que 142 son hombres y 25, mujeres. Es un centro de baja exigencia en el que las personas que no tienen hogar pueden ir a dormir por la noche, también a asearse, a cenar y a recibir ayuda para salir de la situación de calle en la que viven.

En la ciudad residían el año pasado, según explicó ayer la concejal de Xustiza Social e Coidados, Silvia Cameán, 92 personas en la calle. Para paliar esta situación, el Concello pondrá en marcha este año el proyecto Housing First, Housing Firstque tiene como objetivo que personas sin hogar accedan a una vivienda.

El Concello invertirá en este proyecto 100.000 euros y empezará con el alquiler de diez viviendas para diez personas -ya que las residencias han de ser individuales- que se encuentren en una situación vulnerable. Entre las condiciones para entrar en este programa, que no tiene límite temporal, está llevar tres años o más viviendo en la calle y tener alguna adversidad añadida, como discapacidad, consumo activo de sustancias o una enfermedad mental. Incluso varias de ellas.

La directora de la Unidad de Soluciones de la Fundación RAIS, Maribel Ramos, explicó ayer que esta medida se pone en marcha para dar soluciones a las personas que se encuentran en una situación más vulnerable para que tengan una vida más normalizada a partir de contar con una vivienda.

Para entrar en el programa, es imprescindible que las personas que no tienen hogar presenten su candidatura, es decir, no son usuarios de entidades que acaban en este programa derivados por Servicios Sociales sino que tienen que ser voluntarios, y deben estar dispuestas a participar en una evaluación, así como a recibir, cuando menos, una visita semanal de los técnicos de este plan y también a hacer un buen uso de las viviendas que se les cedan. Una vez que estas personas sean aceptadas en el programa, los técnicos se encargarán de regularizar su situación, por ejemplo, empadronándolas y solicitando, si tienen derecho a ellas, alguna ayuda.

El Concello se hará cargo de los gastos del alquiler -procedentes del mercado privado- y también de los recibos, en caso de que los usuarios carezcan de ingresos, si tienen algún tipo de aportación económica, deberán destinar el 30% al programa. El responsable estatal de este proyecto de la Asociación Provivienda, Daniel Fábregas, explicó ayer que las personas que se suman a esta iniciativa -que lleva ya varios años en marcha tanto en Estados Unidos como en Canadá y en algunas ciudades europeas- mejoran mucho tanto en su estado mental como personal y que la retención de la vivienda es del 85%, es decir, que más de ocho de cada diez personas se quedan en el hogar que le designan.

Ramos explicó que los usuarios pueden acceder a estas ayudas "durante el tiempo que necesiten", eso implica que algunas personas pasan el resto de sus vidas en estos pisos y otras que, pasado un tiempo, consiguen estabilizar su situación y acceder a una vivienda normalizada. Los técnicos encargados de poner en marcha este proyecto se encuentran ahora en proceso de búsqueda de viviendas en la ciudad para poder alquilar y que, después, pasarán a los usuarios del programa por medio de un contrato de cesión de uso. La concejal de Xustiza Social e Coidados indicó ayer que estos 100.000 euros son una primera aportación al proyecto y que, según como vaya funcionando la iniciativa, se irá adaptando a las necesidades y a la realidad de la ciudad.

"La calle mata", sentenció ayer Ramos, que aseguró que la esperanza de vida de las personas que residen en la calle es 30 años inferior a la de las personas que viven en una residencia normalizada. No solo por las malas condiciones que ofrece no tener un techo sino también por los delitos de odio, que se llevan la vida de una persona cada veinte días.

Este programa, según explicó Cameán, se centra en el "empoderamiento de las personas a través de su estabilidad vital y residencial" de modo que pueda recuperar también sus vínculos afectivos y familiares. Tras la presentación, hubo una reunión con entidades sociales de la ciudad para conocer la realidad de las personas que residen en la calle.

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