Trece tablas de Lugrís esperan nueva pared

‘El retablo del descubrimiento’, que en 2017 se expuso en A Coruña, está en una gran biblioteca Hispánica que será reformada

'El retablo del descubrimiento', en Afundación en 2017.

'El retablo del descubrimiento', en Afundación en 2017. / Carlos Pardellas

El retablo del descubrimiento es un conjunto impresionante de trece tablas pintadas por Urbano Lugrís en 1951 que se encuentra en la biblioteca de la Asociación Española de Cooperación Internacional para o Desarrollo (Aecid), organismo público adscrito al Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, donde su acceso es público. La obra, que en 2017 pudo ser contemplada por los coruñeses en la exposición Lugrís, paredes soñadas, en Afundación, espera reubicación entre los muros donde descansa, puesto que el ministerio que encabeza José Manuel Albares afronta una transformación de la biblioteca de la Aecid, considerada como la segunda biblioteca especializada en Hispanoamérica más grande de Europa, solo por detrás de la de Berlín, y que figura entre las cinco mejores del mundo en esta temática.

La relevancia de esta biblioteca la ha defendido en los últimos días el Protocolo de Santa Pola, formado por cerca de cuarenta asociaciones hispanistas que han remitido a Albares una carta en la que solicitan al Gobierno de España que detenga “de inmediato” las acciones de “destrucción del patrimonio cultural español, al desmembrar la segunda mejor biblioteca hispanista del mundo”. Del destino que aguarda a la biblioteca, y en concreto al retablo pintado por Lugrís muestra también preocupación la Asociación Cultural O Mural, cuyo representante y portavoz, Rodrigo Osorio, alerta de que, con los cambios en la Aecid, “de nuevo una obra de Lugrís” va a ser “menospreciada” y “escondida para el disfrute público”. “Seguimos reivindicando el acceso a la belleza”, añade Osorio.

El Ministerio de Asuntos Exteriores, sin embargo, y en respuesta a este periódico, informa de que la obra de Lugrís podrá seguir siendo visto por todas las personas que acudan a la biblioteca de la asociación: “El retablo se reubicará con motivo de la modernización de las instalaciones y la biblioteca de Aecid para que en todo momento siga siendo de acceso público. La intención de Aecid es incrementar el arte de sus colecciones expuesto al público general dentro de su compromiso con la divulgación y defensa de la cultura española”.

Trece tablas, doce de ellas de 74x74 centímetros, y la central de 272x80, componen El retablo del descubrimiento, que le fue encargado a Lugrís por el director del Instituto de Cultura Hispánica (ICH), Alfredo Sánchez Bella, en 1951. Este admiraba los frescos del artista coruñés y los murales donde el mar tenía gran protagonismo. Lugrís era socio —el número 3— de la Asociación Cultural Iberoamericana de A Coruña, de la que fue miembro de su junta directiva, y en esta entidad había conocido Sánchez Bella las obras del gallego, por lo que le hizo el encargo para decorar la nueva sede madrileña que el ICH estaba a punto de inaugurar. En octubre de 1951, cuando se abrió el edificio, el retablo estaba listo.

La disposición de las tablas en la biblioteca del Aecid ha sido distinta a como se expuso en la muestra de Afundación en 2017, ya que en la biblioteca de Madrid están alineadas sobre estanterías y en un orden diferente colgadas cerca del techo. En todas ellas es reconocible el mundo onírico de Urbano Lugrís y el protagonismo de elementos habituales en su obra, como el mar y los detalles náuticos, el cielo, paisajes y animales.

El Protocolo de Santa Pola, que representa a historiadores e investigadores, algunos usuarios asiduos de la biblioteca Hispánica de la Aecid, han denunciado, tras enterarse de la reforma, que Asuntos Exteriores “va a utilizar los espacios hasta ahora destinados a los usuarios de la biblioteca para albergar a los trabajadores que están en otros edificios alquilados y, a cambio, se habilitarán espacios de consulta en el edificio anexo, fuera, por tanto, de la biblioteca”. Desde el ministerio se explica que la obra responde a criterios de “ahorro económico del coste de los alquileres” y a la intención de “reunir en un espacio único a todos los trabajadores”.

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