La Opinión de A Coruña

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Pedro Ramos Escritor

“Las historias que inventamos son las mismas desde los griegos”

“Para escribir hay que tener talento y técnica, pero la constancia es lo único que no puedes eludir”

Pedro Ramos, ayer, en la Fundación Luis Seoane, en A Coruña. | // CARLOS PARDELLAS

El escritor Pedro Ramos presentó este jueves en la Fundación Luis Seoane su último libro, Un ewok en el jardín, en el ciclo Somos o que lemos que coordina Javier Pintor. Este sábado firma ejemplares en el centro comercial Marineda City. Antes, desde las 10.00 hasta las 13.00 horas, imparte un taller de escritura creativa para orientar a plumas noveles en el proceso de generar ideas y, sobre todo, transformarlas en una historia completa y atractiva para el público.

¿En qué va a consistir el taller creativo que imparte este sábado?

Voy a explicar cómo se convierte una idea en una novela de una manera aproximada, en función de lo que dé tiempo en las tres horas que dura la actividad. Después habrá una firma de libros con vermú donde podremos hablar de manera más distendida. El taller consiste en dar las técnicas básicas para escribir, en cómo llegar desde la idea al papel. Es necesario saber cómo trabajan los escritores brújula o los escritores mapa; y lo que le viene mejor a cada uno. Hay mucha teoría al respecto, pero cada uno somos un mundo y, a la hora de planificarnos, lo hacemos de formas distintas. Yo intento estudiar cada caso preguntando mucho a los alumnos. A través de sus respuestas les voy encauzando hacia lo que yo creo que les va mejor y peor. No hay una receta para escribir, cada uno tiene que encontrar su propio método. Hay que tener talento, técnica y constancia. La constancia es lo único que no puedes eludir. Luego hay autores con muchísimo talento y muy poca técnica. Y al contrario, escritores que no tienen nada de talento, pero tienen una técnica de la leche. Dependiendo del grupo al que perteneces, hay que aplicar unos trucos u otros. Luego, existen formas de evitar el bloqueo de escritor. Yo empecé siendo alumno en estas actividades. En los talleres cogí confianza para creer que podía ser escritor.

¿Lo difícil no es tener una idea, sino plasmarla en una historia?

Tener una idea es fácil. Las historias que nos inventamos son siempre las mismas desde los griegos. Lo difícil es desarrollar esa idea, crear subtramas y ponerle personajes que se muevan. Y no contentos con eso, que es el fondo de lo que se quiere contar, tendríamos que hablar de la forma, de cómo lo vas a contar. Una novela es un matrimonio entre fondo y forma. Como en un buen matrimonio, uno acaba transformando al otro.

¿La constancia es la clave para desarrollar el concepto original?

La idea evoluciona. Lo más normal es que la idea que tienes en un primer momento vaya evolucionando con el tiempo y se convierta en otra cosa. Por eso no escribimos una novela en un mes. Si me pongo simplemente a escribir no tardo un año en hacer 300 páginas. Tardo un año, dos o cinco porque hay que madurar muy bien la idea antes de ponerte a escribir. Aun así, una vez empiezas, te vas dando cuenta de que no es exactamente por donde tú querías ir. Así, vas dando muchísimas vueltas al contenido y a la mejor forma de contarlo. Hay otros escritores que siempre cuentan la misma historia y de la misma manera, pero si no perteneces a ese grupo, que son los que hacen best sellers, tienes que buscarte la vida.

También hay que tener en cuenta a los personajes y saber manejarlos dentro de la novela.

Son una parte muy importante. En función de la trama necesitas unos actores que se desenvuelvan en la historia. Los personajes y su desarrollo, ser capaz de moverlos y que cada uno cumpla su función. Todos los personajes que aparecen en una novela tienen que tener una función, no son gratuitos.

¿Siente satisfacción por ayudar a escritores más jóvenes en este tipo de talleres?

Afortunadamente tengo alumnos que se han convertido en amigos. Han publicado libros, ganado premios. Yo no pretendo que escriban como yo, sino que encuentren su propia voz y que la echen a volar. Se trata de que ellos mismos sean capaces de buscar su destino. De vez en cuando siguen recurriendo a mí con su primer borrador para saber qué pienso, pero ya al nivel compañeros que estamos en el mismo camino.

¿Conoció a alguno de esos alumnos, ahora compañeros, en su etapa viviendo en A Coruña?

Estuve viviendo aquí trece años. Hice muchos amigos en esa etapa de mi vida y espero verlos a todos por aquí. Lo vamos a pasar bien en el taller porque nunca se termina de aprender en la vida. Yo dejaría de escribir si con mi siguiente novela no creo que vaya a aprender o mejorar algo.

Junto al taller, presenta su nuevo libro Un ewok en el jardín. ¿Por qué elige a un joven para tratar en el libro el tema del suicidio?

Es la historia de un adolescente, David, que tiene 16 años. Está tan deprimido que piensa que la única salida es el suicidio. Me puse a escribir en la piel de un chico de 16 años porque las estadísticas que yo consulté decían el suicidio era la primera causa de muerte no natural en esta edad. Narro ese último día, o no, de David. Irá conociendo a otros personajes como Juan el Loco o Sara, la veterinaria. Y se dará cuenta, o no, de lo maravillosa que es la vida. Además, es uno de los pocos finales con los que estoy satisfecho. Normalmente yo soy muy malo escribiendo finales. En mi modesta opinión, creo que este no me quedó del todo mal. De todas formas, lo único que yo quería escribir de este libro era la última parte, con las razones para vivir. Es lo que yo quería escribir realmente. Así que me tuve que inventar toda la historia de David y su medio hermana Zoe para ambientar esos motivos para estar vivo. La novela, aunque trate el tema del suicidio y la salud mental, tiene un mensaje muy positivo.

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