Carlos Negreira regresó ayer a la que fue su casa durante ocho años, cuatro como concejal y otros cuatro como alcalde, para descubrir el retrato oficial que colgará, a partir de ahora, de las paredes del palacio de María Pita. Lo hizo siete años después de entregar el bastón de mando a Xulio Ferreiro y, tal y como manifestó, agradecido por el reconocimiento, a traves del cual quedará inmortalizado, para la historia, al lado de sus homólogos de otras épocas, desde su predecesor inmediato, Javier Losada, hasta otros históricos regidores, como el insustituible Picadillo, sentado cigarro en mano, Domingos Merino, con ajedrez y arcoíris, o el pintoresco Francisco Vázquez luciendo condecoraciones.
El retrato muestra a Carlos Negreira sentado en una mesa, mirando de frente con las manos cruzadas una sobre la otra y con un traje oscuro que destaca sobre el fondo blanco del cuadro, muy diáfano. El retrato, en óleo sobre tela, es obra del pintor jerezano Antonio Lara, y tuvo un coste para las arcas municipales de 5.500 euros, una cifra modesta si se tiene en cuenta los 27.000 euros que el ejecutivo de Marea Atlántica pagó por los retratos de Francisco Vázquez y Javier Losada. En su discurso de agradecimiento, el primero en el lugar desde que dejó la Alcaldía, Negreira se acordó de todas las piezas que tuvieron un papel en sus años de mandato, de concejales a funcionarios, pasando por los vecinos, y a todos aquellos que, en sus palabras, “hacen posible una ciudad mejor”. Tuvo palabras para quienes con él encararon las labores de mandato durante sus cuatro años de legislatura y también para quienes, desde la oposición, hicieron parte en la toma de decisiones y de alguna que otra discusión desde las bancadas contrarias, “unos concejales que dieron todo lo mejor de sí, leales y a quienes siempre llevaré en mi corazón”. Tampoco olvidó a los miembros de su familia, a quienes agradeció el “sacrificio” que se ve obligada a encarar el entorno de un político.
Tanto Negreira como la actual alcaldesa recordaron uno de los trances más duros del mandato del exregidor popular, la tragedia del Orzán, un momento en el que, reconoció la alcaldesa, Negreira “estuvo a la altura de lo que necesitaba una ciudad conmocionada”, y apeló al trato cordial, amable e incluso amigable que pueden dispensarse los cargos políticos de distintos colores e ideologías fuera de las exigencias de la institución. Como cierre, Negreira, ya inmortalizado para la historia de María Pita, animó a preocuparse menos por “el producto interior bruto y más por la felicidad interior bruta”, porque, tal y como recoge la constitución de 1812, “los políticos tienen la obligación de hacernos felices”.
El exalcalde del Partido Popular estuvo acompañado por la actual regidora, Inés Rey, por su familia y por una nutrida nómina de acompañantes, que ocuparon las bancadas del Salón de Plenos para arropar al exalcalde en el homenaje. Entre ellos se encontraba, casi al completo, los miembros de la que fue la corporación municipal en los años de su mandato, además de los concejales actuales y algunos amigos y compañeros de partido, como el vicepresidente segundo de la Xunta, Diego Calvo, el presidente de la autoridad portuaria, Martín Fernández Prado, o el que el mismo Negreira denominó su mentor, el letrado del Consejo de Estado José Manuel Romay Beccaría.
