La Opinión de A Coruña

La Opinión de A Coruña

Antonio Martínez Ron Divulgador, presenta su libro sobre la exploración de la atmósfera en la Domus

“Lo irracional en redes parece más de lo que es, los imbéciles hacen mucho ruido”

“En la Antigüedad el cielo era la pizarra en la que los dioses escribían” - “Hablo del inicio de la experimentación en la atmósfera: tirar cañonazos o coger trozos de nube en el Montblanc”

El divulgador científico Antonio Martínez Ron. | // FUNDACIÓN TELEFÓNICA

El divulgador Antonio Martínez Ron estará este sábado en la novena edición del encuentro anual de la Asociación Galega de Comunicación de Cultura Científica e Tecnolóxica (Agcct) en la Domus. A las 17.15 presentará su libro Algo nuevo en los cielos, sobre la historia de la exploración de la atmósfera.

¿Cómo nació el libro?

Me fui a vivir a una casa, en cuya parte trasera tengo todo el cielo para mí, y empecé a plantearme contar cómo se fue conociendo el cielo, de abajo arriba. Al terminarlo envié un globo a la estratosfera. Llegó a los 27.518 metros.

Empieza en la antigüedad.

Los antiguos romanos tenían unos sacerdotes, los augures, que acotaban un terreno, el templum, y observaban qué pasaba por el trozo del cielo por encima, haciendo augurios en base a las nubes y aves. La palabra contemplar viene de ahí. El cielo era la pizarra en la que los dioses escribían sus mensajes.

¿Y cómo son los primeros experimentos científicos?

En el XVI dos físicos franceses se pusieron a lanzar cañonazos a las alturas, para ver qué pasaba con las balas. Algunas no las encuentran y especulan si las habrán enviado al espacio. Un naturalista suizo subió en 1787 al Montblanc provisto de un aparato para investigar por qué el cielo era azul y cómo iba cambiando el color. Se dedicó a coger pedacitos de nube para intentar comprender cómo podían flotar.

Y llegan los aparatos aéreos.

Los primeros globos subían relativamente poco, pero después fueron capaces de ascender más que los montañeros. En 1804 un químico francés llega a unos 7.000 metros y toma muestras de aire de las altura. Intentaba averiguar el motivo de la hipoxia, y si el aire de las alturas tenía menos oxígeno. Descubre algo vital: el aire tiene la misma proporción de oxígeno, pero hay menos aire. Los aeronautas van subiendo cada vez más alto, con algunos momentos dramáticos, con muertes. Pero se mejoraron los sistemas para poder subir más allá sin que nadie muera.

¿Y en el siglo XX?

En 1901, 1902, se descubrió que el cielo tiene un límite, donde cambian las condiciones, la estratosfera. Me gusta decir que fue el momento en que la humanidad descubrió que el cielo tenía un techo. Antes no sabían cómo se estructuraba el cielo. Pensaban que se extendía hacia arriba, cada vez más frío.

¿Cómo ha ayudado esto a cambiar nuestra visión del mundo?

Hay una cita de Felix Baumgartner, que subió desde 39 kilómetros de altura en 2012: “Algunas veces tienes que subir realmente alto para entender lo pequeño que eres”.

Divulga ciencia por la Red en Naukas, pero en Internet también hay mucha pseudociencia.

Estamos intentando adaptarnos a la infodemia, la cantidad de información que circula. Desde la plataforma intentamos contrarrestar el impulso del pensamiento irracional, mágico, en las redes. Parece más de lo que es: los imbéciles hacen mucho ruido. El problema es que se empiece a contagiar la imbecilidad (ríe). Hay que poner barreras de contención y mantener a la humanidad dentro de unos círculos aceptables.

¿Es la primera vez que viene al encuentro de la Agcct? ¿Qué opina de la red de museos científicos?

Nunca había estado en los encuentros. Sí en A Coruña, pero es la primera vez que voy desde la pandemia. Miro la red de divulgación que tiene Galicia con admiración y con envidia, es un referente.

Compartir el artículo

stats