La Opinión de A Coruña

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Un patrimonio perdido en la ruina

El mural que los reclusos de la prisión provincial pintaron en los ochenta está hoy destruido por grafitis y vandalismo. Plácido Vidal, profesor de pintura de sus autores, recuerda su historia. “Me ofrezco a restaurarlo”

El mural, todavía en buen estado, hace unos meses CARLOS PARDELLAS

La antigua prisión provincial de A Coruña se asienta en una ubicación privilegiada. Primera línea de costa, frente a un mar infinito y teniendo a la Torre como inestimable vecino. Una contemplación de la que, no obstante, sus inquilinos más longevos estuvieron privados durante su estancia en el penal, pues los altos muros que constituyen la cárcel ponían filtro a sus anhelos. ¿Con qué sueña un recluso? Lo sabe Plácido Vidal, Posiño para amigos y familia, que les hizo esta misma pregunta a los internos de la prisión a quienes daba clases de pintura en algún momento de los años 80. “Escogimos la Torre, la costa y el mar. Lo que ellos no podían ver”, recuerda hoy Plácido. Una paradoja teniendo en cuenta que era, precisamente, el paraje que tenían delante. O más bien, fuera. Con la paciencia del maestro y las destrezas entrenadas con esfuerzo de los alumnos, se pusieron manos a la obra. “Yo daba clases de pintura industrial, enfocadas a que se pudiesen ganar la vida, pero también les interesaba la parte artística. Aprovechamos para explicar cómo se hacía pintura mural a escala, los claroscuros, los colores, las sombras, y lo pintamos entre todos”, cuenta el profesor, que también ofreció clases de pintura a reclusos en Teixeiro, algunas con muy buen resultado. “Uno de mis alumnos ganó un concurso de pintura al que se presentaron todas las cárceles de Galicia. Salió premiado y le dieron 30.000 pesetas”, recuerda.

El pintor Plácido Vidal, en la entrada de la cárcel de la Torre. | // VÍCTOR ECHAVE

La postal del litoral coruñés pintada a varias manos en la prisión provincial adornó uno de sus frontales interiores durante décadas, donde resistió el abandono y los vaivenes administrativos del edificio que albergó el penal. Hasta ahora. El patrimonio, hoy, está destruido. Así lo constatan los integrantes de la asociación Proxecto Cárcere, que señalan que hoy el mural arroja un aspecto distinto al de los últimos años tras las múltiples incursiones en el edificio que se sucedieron en los meses en los que permaneció sin vigilancia. Unas incursiones que han dejado una huella que temen imborrable. “Un compañero nuestro pudo entrar para indicarle al vigilante de la prisión dónde estaba la traída de agua, y vio que el mural ya no existe. Está completamente cubierto de grafitis, destruido", lamentan integrantes de la iniciativa, que vela, desde 2010, por la recuperación del penal y la memoria que le va ligada. “Es un desastre. Se pierde todo rastro de memoria”, consideran.

Tampoco para Plácido Vidal, como artífice, es agradable saber el destino que ha corrido la obra. Como vecino del barrio, no son pocas las veces que pasea alrededor del edificio, y, por inercia o por costumbre, su mente viaja al pasado. “Un día vi que estaba la puerta rota, miré hacia la segunda galería, que es donde está el mural, y pensé: sigo teniendo algo ahí dentro”, recuerda el pintor, que, apenado por el estado actual de la pieza, se ofrece a arrimar el hombro. “Me gustaría restaurarlo, si puedo, a ver si se puede salvar algo”, propone.

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