La Opinión de A Coruña

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Un mes de vacaciones en el mar que llega a su fin

Los jóvenes saharauis del programa ‘Vacaciones en Paz’ visitan el Muncyt en uno de sus últimos días con sus familias de acogida

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Niños saharauis del programa 'Vacaciones en paz' visitan el Muncyt de A Coruña

Diez jóvenes el proyecto Vacaciones en Paz visitaron este miércoles el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. Es una de las actividades que el proyecto tiene para estos jóvenes de entre 8 y 13 años que vienen desde los campamentos saharauis a pasar el verano en A Coruña. Tal como apuntan los organizadores, Galicia es la tercera comunidad de España que más menores recibe. Este año, tras la anulación de las ediciones de 2020 y 2021, la estancia con las familias de acogida será de casi un mes y medio.

Islamu y Said con su familia de acogida. Victor Echave

Said e Islamu son dos amigos de 8 y 13 años. Ambos se conocen del campamento saharaui de Smara, en Argelia. Desde finales del mes de julio están disfrutando de sus vacaciones en A Coruña. “Fue una apuesta fuerte para nosotros porque en agosto tenemos ferias y mucho trabajo en la librería”, cuenta Juan Carlos Sanmiguel, familiar de acogida y propietario de Alita Cómics. La carga laboral no supuso un problema para ellos, que decidieron participar en la iniciativa. Para ellos es su primer verano, pero confían en seguir en el programa en los próximos años.

“El primer día, según llegaron, comieron y se fueron a bañar al mar”, cuenta. Le sorprendió la fácil adaptación, incluso a la comida. “Nos dicen que en el Sáhara no comen verde, pero aquí sí tienen que comerlo. El pescado quizá les choca un poco más, pero se acostumbraron”, explica Sanmiguel. “Dado que los niños son musulmanes practicantes, respetamos el tema de no comer cerdo”, añade.

Esta experiencia es también un mundo nuevo y enriquecedor para las familias de acogida. Han ido con los niños a la mezquita y apuntan que “es algo súper chulo ver los rezos, independientemente de que comulgues o no con las creencias”, aseguran. Critican que los niños fueran “utilizados como moneda de cambio a nivel geopolítico con Marruecos y Argelia”. Esta situación les suscitó dudas sobre si se podría llevar a cabo el programa vacacional este año, que “inicialmente iba a ser de dos meses y se acortó a menos de un mes y medio”. Pese a esto, han hecho todo lo que han podido para fortalecer los vínculos con los jóvenes y sus familias, con las que realizan vídeollamadas frecuentes.

Más años en el programa suman Mariña Bermúdez y Nerea Gómez. La primera se hizo cargo de una niña, Kalama; la segunda de Jadiyetu y Alien, niña y niño. En este caso, les resultó curiosa la manera en la que se relacionaron entre ellos desde el inicio. “No se conocían. Al principio fueron algo tímidos, lo normal, pero al final se tratan como hermanos, para lo bueno y lo malo”, dice Nerea Gómez. Con ocho años, “estos niños es la primera vez que vienen. Antes he tenido al tío de una de las niñas. Y el tío del niño es saharaui y es mi pareja”, especifica una de las familiares de acogida.

Este viaje lo repetirán durante los próximos tres veranos, reforzando así sus vínculos y su español. Confían en que lo puedan realizar también a la inversa. En su plan figura visitar sus campamentos para conocer a sus familias en persona. “El primer año es el más difícil y el último es el que más cuesta despedirse”, resume Nerea Gómez. “Ellos te dan más a ti que tú a ellos”, sentencia Mariña Bermúdez.

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