FEMINISMO ANTIRRACISTA

Irene Baqué, directora del documental 'Carmen, sin miedo a la libertad': “Deberíamos acabar con los 600 años de discriminación del pueblo gitano”

La cineasta presenta un corto en el que se adentra en la lucha de las mujeres feministas gitanas de Cartagena por ser escuchadas en una sociedad que les da la espalda

Mujeres de la Asociación de Gitanas Feministas.

Mujeres de la Asociación de Gitanas Feministas. / Cedida

Juanjo Villalba

Hay una escena casi al final de Carmen, sin miedo a la libertad, el corto documental realizado por la directora catalana Irene Baqué, en la que tres de las protagonistas del mismo, mujeres de la Asociación de Gitanas Feministas, sueñan con un futuro en el que su lucha ya no sea tan solitaria, en el que las que ahora son niñas salgan a la calle un 16 de mayo, el Día de la resistencia romaní, y se acuerden de la lucha actual en favor del feminismo gitano.

Se trata de un momento casi idílico. Están sentadas en las rocas, junto a la costa de Cartagena, mirando una puesta de sol que a partir de entonces rebosa de esperanza. Algo de lo que precisamente no andan sobradas las activistas ya que, a día de hoy, al feminismo gitano todavía le queda mucho camino por recorrer, muchas frustraciones por pasar y, sobre todo, muchas conciencias a las que despertar.

El documental nos traslada a la realidad del barrio de las 600 en Cartagena, Murcia, donde un grupo de mujeres gitanas feministas luchan diariamente contra un antigitanismo que se resiste a desaparecer. A lo largo del mismo las vemos hablar entre ellas sobre su lucha, sobre las dificultades de encontrar trabajo, reclamar frente a una concejala del ayuntamiento de la ciudad cambios en las políticas sociales y reflexionar sobre la preponderancia de las mujeres blancas en las reivindicaciones feministas de hoy en día.

“En 2018 leí un artículo en la revista Pikara que hablaba sobre la Asociación de Gitanas Feministas y enseguida me llamó la atención”, explica Baqué, “en parte porque llevaba tiempo viajado por todo el mundo en busca de historias de resistencia protagonizadas por mujeres y colectivos de mujeres, y esta no estaba en un país lejano, sino muy cerca de casa”.

La directora Irene Baqué.

La directora Irene Baqué. / Cedida

Baqué nació en Barcelona, pero ha vivido 11 años en Londres. Durante seis de ellos estuvo realizando cortos documentales sobre los derechos de las mujeres para el periódico The Guardian en diversos países del mundo como Bangladesh, El Salvador, Filipinas, India, Mozambique, Kenya, Gambia o México, entre otros. “Al conocer la historia de estas mujeres, me di cuenta de que no tenía que irme tan lejos para contar historias inspiradoras”.

“Al conocer la historia de estas mujeres, me di cuenta de que no tenía que irme tan lejos para contar historias inspiradoras”.

Irene Baqué

Fue entonces cuando se puso en contacto con María José Jiménez Guru, la presidenta de la organización, que también tiene un papel protagonista en la pieza. “Cuando Irene se puso en contacto conmigo y me planteó el proyecto, enseguida pensé en Carmen Fernández, una activista de nuestra organización, que reside en un lugar tan apartado del mundo como es Cartagena”, bromea Guru. “Allí tenemos muchísima actividad con mujeres muy fuertes, lideresas de su comunidad, y pensé que Carmen era el tipo de persona que Irene necesitaba para que recogiera a través de su personaje toda esa resiliencia propia de las mujeres gitanas”.

“Además de cristalizar toda la lucha de las mujeres gitanas, Carmen también representa un momento de cambio que está ocurriendo en España”, apunta Baqué. “Ella fue la primera persona en su familia en ir a la universidad y es un personaje destacado de una primera generación de mujeres que se están convirtiendo en referentes. Ellas no han tenido referentes, pero se van a convertir en uno para sus hijas, para sus sobrinas. Carmen es la protagonista de la historia pero, como siempre decimos, no es la historia solo de Carmen, es la historia de muchas”.

María José Jiménez Guru, presidenta de la Asociación de Gitanas Feministas.

María José Jiménez Guru, presidenta de la Asociación de Gitanas Feministas. / Cedida

Tras encontrar a los personajes, se inició un proceso que se extendió durante casi tres años en el que no hubo cámaras: se trataba de crear un vínculo fuerte basado en la confianza mutua. “Fue un periodo de aprendizaje por parte de todas sobre la representación, sobre la discriminación y sobre cómo hacer el cine que nos interesa”, afirma Baqué.

“Antes de empezar a trabajar juntas, incluso a conocernos en persona, hablamos durante muchas horas”, recuerda Guru. “En esas charlas Irene intentaba explicarnos cómo era su visión del proyecto y qué era lo que pretendía hacer. Fue un periodo muy importante porque veníamos muy quemadas de las últimas apariciones de las mujeres gitanas en los medios. Representaciones muy estereotipadas, muy prejuiciosas, como por ejemplo la de la película Carmen y Lola, que había ganado un montón de premios y era lo más antigitano del mundo”.

"Veníamos muy quemadas de las últimas apariciones de las mujeres gitanas en los medios".

María José Jiménez Guru

Irene reconoce que las activistas han estado muy involucradas en el producto final. “El rodaje lo hicimos con un equipo muy reducido pero muy comprometido con el tema”, explica. “Teníamos a Artur-Pol Camprubí a la dirección de fotografía, Diego Pedragosa al sonido y Carlota Coloma de productora. Queríamos hacer un documental observacional pero también utilizar el lenguaje del cine, así que proponíamos temas para hablar en determinadas situaciones, pero luego rodábamos durante una hora o dos, dejando que las protagonistas hablaran a su manera y llegaran a conclusiones ellas solas. Hubo mucho trabajo de montaje detrás pero siempre trabajamos en colaboración con ellas, para asegurarnos de que estábamos creando una pieza de la que se sintieran orgullosas, que representara de forma honesta su realidad. Así que también estuvieron al final del montaje”.

Póster del documental ‘Carmen, sin miedo a la libertad’. / CEDIDA

Sin duda, una de las escenas claves de filme es el momento en el que las tres mujeres protagonistas, Carmen, Guru y María, más otra activista feminista latinoamericana, acuden a hablar con una concejala del Ayuntamiento de Cartagena. Ahí, sin necesidad de subrayar nada, vemos cómo estas mujeres se estrellan contra un muro que, escucha sus propuestas, las aplaude incluso, pero no hace absolutamente nada, lo que sume a las protagonistas en el desánimo total. “Estamos empoderadas”, escuchamos decir Guru después de la reunión, “pero no tenemos el poder”.

Una crítica al feminismo blanco

Por escenas como esta, puede decirse también que Carmen, sin miedo a la libertad es una crítica al feminismo más blanco que no tiene en cuenta a las mujeres racializadas, una crítica que está en los fundamentos de la Asociación de Gitanas Feministas. “La base de nuestro discurso es que existe un feminismo gitano, aunque lo nieguen, aunque acusen a nuestro pueblo de machista”, explica Guru. “Pero cuando las agendas feministas se pusieron en marcha, ya en la primera ola, nunca se tuvo en cuenta el tema del racismo. Ni en España ni en Europa. Y yo lo he dicho siempre, desde que tengo uso de razón: si una agenda feminista no es antirracista, nunca será feminista. Luego me enteré de que también lo decía Angela Davis. Y las agendas feministas de las payas blancas lo que hacen es un feminismo de privilegio, un feminismo para ellas”.

“Es una realidad que ocurre en este país”, coincide Baqué. “Las primeras marchas del 8M tras el movimiento del MeToo fueron lideradas por mujeres blancas privilegiadas que discriminaron a mujeres de otros colectivos. Así que colectivos de gitanas, afrodescendientes o de mujeres trans, marcharon juntas”. Hay una escena de la película en la que esta lucha conjunta queda perfectamente representada. En ella, las protagonistas están todas sentadas en el suelo de su piso en Cartagena, rodeadas de compañeras indígenas latinas y musulmanas y hablan de lo que tienen en común las luchas feministas racializadas.

Escena del documental ‘Carmen, sin miedo a la libertad’.

Escena del documental ‘Carmen, sin miedo a la libertad’. / CEDIDA

Otro de los temas clave de la pieza es la ineficacia de las políticas para mejorar la situación de estas mujeres o del pueblo gitano en general. No es que no haya políticas para mejorar la situación, sino que estas o se aplican mal o no tienen ningún efecto. Ante esto, las protagonistas reclaman más participación. “Lo que ellas proponen es una representación propia y que todas las ayudas que vienen de la Unión Europea para la población romaní vayan directamente a las mujeres gitanas, sin intermediarios como los hay ahora”, explica Baqué. “Deberíamos acabar con los 600 años de discriminación del pueblo gitano. Se tendrían que aplicar cuotas para que las personas gitanas pudieran acceder a determinados puestos de trabajo. Por ejemplo, en los institutos y colegios que tienen un alto número de estudiantes gitanos, debería haber profesores gitanos y no hay ninguno. Es importante que los niños crezcan con referentes”.

Escena del documental ‘Carmen, sin miedo a la libertad’.

Escena del documental ‘Carmen, sin miedo a la libertad’. / CEDIDA

“Lo que nos dice la concejala en el corto es lo que nos dicen absolutamente todas las concejalas de todos los lados”, explica Guru, “las alcaldesas, las directoras generales de los ministerios. Nos dicen: 'Muy bien, muy bien, tú sigue luchando que nosotros estamos aquí para ordenar la sociedad' y luego la sociedad la ordenan creando barrios como la 600 de Cartagena o las 3000 de Sevilla. La causa gitana sigue estando en el cajón de sastre de los servicios sociales y delegada a grandes fundaciones de payos y payas. Esto es una locura. Es como pensar que el sistema de la sanidad pública de los payos estuviese manos de Cáritas. Esa es nuestra realidad, nuestra causa entera. Toda nuestra sanidad, cultura, historia, política, todo depende de una trabajadora social que actúa a discrecionalidad. Lo que pedimos es que en cada ayuntamiento, en cada comunidad autónoma y a nivel estatal, exista una línea de trabajo contra el racismo y el antigitanismo, donde se diseñen medidas, donde se proyecten objetivos a medio y largo plazo y donde estos proyectos se evalúen y se desarrollen por mujeres racializadas, no por la paya que ostenta el sillón durante años y años y no sabe de qué va la cosa. Así nunca va a funcionar. Si no tienes un equipo intercultural de personas preparadas que sean capaces de poner en marcha proyectos que incidan directamente en el empoderamiento de la comunidad y en el empoderamiento particular de las mujeres gitanas, pues nos contestarán como nos ha contestado la concejala del corto, claro”.

Escena de ‘Carmen, sin miedo a la libertad’.

Escena de ‘Carmen, sin miedo a la libertad’. / CEDIDA

Camino a los Goya y a los Gaudí

Carmen, sin miedo a la libertad, lleva ya un año siendo proyectado en festivales de cine nacionales e internacionales. Desde el de Medina del Campo, hasta el Curtas Vila du Conde, pasando por l’Alternativa, la Cerdanya Film Fest, Som Cinema a Lleida y muchos otros. “Esto nos ha permitido ser candidatos a los Goya y a los Gaudí de este año 2024”, explica Irene. A principios del año que viene, el corto estará disponible en nuestro país en una plataforma que la directora todavía no puede desvelar.