Fútbol

El Barça muerde como un tiburón

Los azulgrana golearon al Betis en una noche mágica y el culé vuelve a ilusionarse con el equipo

El día que los Joaos empezaron a escribir su historia, Ferran volvió a contagiar su hambre competitiva

Dídac Peyret

Al Barça aún le invade la extrañeza cuando juega en Montjuïc. No es lo mismo una casa que un hogar, del mismo modo que no es igual el Lluís Companys que el Camp Nou. Lo saben los jugadores y la afición: los vínculos exigen tiempo, pero noches mágicas como la de hoy animarán a la gente a subir al estadio. Necesitaba el club ilusión tras la vuelta frustrada de Messi y apareció Lamine. Necesitaba el club expectativas y los Joaos empiezan a escribir su historia en el Barça con una goleada ante el Betis.

El barcelonismo vuelve a fantasear con las posibilidades de su equipo. Con la belleza del juego. Con la excitación que solo producen talentos como Joao Félix. El portugués le hace mucho sentido a este Barça: es un futbolista delicado y un centrocampista con picante de delantero.

Hace meses que Xavi pide último pase y Félix tiene la sensibilidad de una mano en su pie. También Cancelo multiplica las posibilidades de este Barça: ante el Betis jugó de lateral derecho pero la afición disfrutó de un jugador total: ¿defensa, mediocampista o delantero? Reducirlo a una posición no sería hacerle justicia. Los equipos se construyen a partir de grandes sociedades y esta apunta algo especial.

Los dos Joaos se presentaron en los dos goles del Barça en los primeros 45 minutos. Primero marcó el mediapunta con una finalización de pura clase: sin apenas ángulo. En el segundo, la jugada empezó con un robo de Cancelo y terminó con un gol de Lewandowski tras dejar pasar el balón Joao Félix. Los dos se entendieron con una química natural que puede mejorar mucho al polaco.

Antes, el Betis pudo haberse adelantado primero con un disparo demasiado cruzado de Luiz Enrique y después con Ayoze, que aprovechó un despiste de Balde para enviar un balón al exterior de la red. Los de Pellegrini no necesitaron demasiado para desordenar al Barça, que volvió a tener en Ter Stegen un factor diferencial.

El alemán hizo una parada imposible antes del descanso para evitar el gol de Willian José. Fue un aviso a pocos días del regreso a la Champions: el Barça necesita recuperar la consistencia defensiva de la temporada pasada.

Magia en Montjuïc

La segunda parte impulsó la ilusión en Montjuïc. El equipo salió con ganas de zamparse al Betis y rematar el trabajo. Y lo hizo con una mezcla perfecta de contudencia y magia. El conjunto de Xavi sacudió a su rival con una marcha más.

Nadie como el nuevo Ferran Torres para explicar la segunda parte del equipo. El delantero, que desde hace semanas juega con los dientes apretados, marcó el tercero con un disparo ajustado de falta. Lo hizo, cuando ya intuía que iba a ser cambiado. Lo logró con la confianza de los jugadores que se tienen fe. Pocos casos explican mejor que el suyo que el fútbol es un estado de ánimo.

El gol de Ferran fue el impulso definitivo. Le siguieron los tantos de Raphinha, con un disparo marca de la casa, y Cancelo, que hizo un gol de puro extremo. El portugués surfeó a su defensa con un par de recortes y un disparo cruzado, muy difícil para el portero.

Sin noticas del Betis, Montjuïc se divertía con los lujos de Lamine, la rebeldía de Gavi y la clarividencia de Gündogan. La segunda parte fue un festival. Necesitaba un partido así el culé que tenías ganas de ilusionarse y se marchó a casa eufórico. El día que los Joaos empezaron a escribir su historia en el club, el Barça mordió como un tiburón.