GIRONA-ALAVÉS (3-0)

El Girona arrebata el liderato al Madrid y abre una brecha de 9 puntos sobre el Barça

Dos goles de Dovbyk y otro de Portu mantienen el sueño del conjunto de Míchel, que se pone líder y abre una brecha de nueve puntos con el Barça

Dovbyk cabecea el 1-0 tras un disparo de Yan Couto repelido por Sivera en el Girona-Alavés de Montilivi.

Dovbyk cabecea el 1-0 tras un disparo de Yan Couto repelido por Sivera en el Girona-Alavés de Montilivi. / EFE

Marcos López

Como un equipo grande, lo que es, el Girona liquidó al Alavés en una noche pletórica de fútbol ofensivo, ofreciendo una lección de contundencia. Como un equipo grande, lo que es, arrebató el liderato al Madrid y abrió una profunda brecha de nueve puntos sobre el Barça. Y hasta se permitió el lujo de reservar a Sávio en la media hora final, con todo más que resuelto. 

La excelencia se ha instalado en Montilivi, lugar de culto para admirar la moderna y coral obra levantada por Míchel que reunió a casi 12.000 fieles en la fría noche gironina. La noche de Dovbyk, ese gigante ucraniano, quien sumó dos tantos (lleva 10) y las diabluras de Yan Couto, un diminuto jugador de regate asombroso y punzante.

No estaba Tsygankov, aquejado de unas molestias musculares. Pero Míchel no modificó en nada su estructura defensiva. Puso a Portu, pero jugando por dentro y no pegado a la banda derecha, el hogar del talentoso jugador ucraniano. Colocó ahí a Yan Couto, transformado en extremo diestro. El partido era, en realidad, un ejercicio de paciencia.

De mucha paciencia porque el Alavés se pertrechó en torno a la figura de Sivera, su portero. Samu, ese portento físico que hace estremecer cualquier campo y central enemigo, aguardaba también su momento, lo que obligaba al Girona a ser extremadamente pulcro y cuidadoso en el pase para evitar errores que abrieran la puerta al contragolpe vasco. 

Ejercicio de eficacia

El guión de la noche, la fría noche de Montilivi, estaba diseñado antes incluso de que el Alavés llegara al vestuario. Míchel lo sabía. Por eso, el técnico apostó por una línea de tres centrales, con Eric García (diestro), David López (en el eje) y Blind (zurdo). Sosiego y calma en la elaboración del juego para conseguir abrir la puerta contraria. Basta repasar la jugada del 1-0.

Acción iniciada por Dovbyk. Acción finalizada por Dovbyk. Entre ese trayecto, la pelota viajó de los pies de Miguel, Sávio hasta el disparo de Yan Couto, repelido, y de forma felina, por Sivera. Era el lateral-extremo derecho tirando con la pierna izquierda y la pelota, caprichosa ella, cayó en la cabeza del ucraniano. Un gol de ‘nueve’. De aquellos ‘nueves’ viejos que parecían anclados al área. 

Es el noveno tanto en la Liga (suma cuatro con la cabeza) y con un detalle fundamental. Cinco de esos nueve goles han significado el primero del Girona. No echó de menos a su compatriota porque fluye el fútbol en Montilivi como quedó acreditado en el 2-0 con el veneno que inoculó Yan Couto por la banda derecha hasta que conectó con Portu, cuyo derechazo esquivó un montón de piernas del Alavés. 45 minutos de control, cinco remates, tres a puerta, dos goles.

En la segunda mitad quiso el Alavés. Se tiró, una vez ya perdido todo, al ataque, pero no contó con Yan Couto, un demonio vestido de rojiblanco, que firmó una jugada messiánica por la banda derecha. No había nada. Bueno, sí. Había tres defensas del conjunto vasco. A todos ellos fulminó el brasileño provocando un penalti, lanzado de forma extraña por Dovbyk. Extraño porque tiró suave y por el centro. Era su décimo gol. Palabras mayores para un recién llegado a la Liga española.

Y Míchel hasta reservó jugadores

Tuvo tiempo Míchel para pensar incluso en el duelo ante el Betis de este jueves. Hasta en esos detalles, que van más allá del rendimiento, se nota la entrada en "la nueva dimensión", como lo ha calificado el propio técnico. Quitó a Sávio, dio descanso también a Iván Martín y protegió a Portu, el suplente de Tsygankov, además de tener que cambiar a Yan Couto, agotado de tanta carrera, y reservar a David López.

Tiempo para meritorios como Valery, Pablo Torre, Jhon Solís, Juanpe y Arnau, que fue intocable en su día, pero ahora es actor secundario en un Girona que enamora. Enamora porque no siente la presión del Madrid ni tampoco el vértigo que se le supone a alguien que está en un lugar donde no debería. Pero está donde se merece convirtiendo cada partido en el mejor anuncio del fútbol, con Montilivi haciendo la ola.