Laure: “Necesito oxigenarme del fútbol, pero me llama el banquillo”

“Lo que está haciendo la afición del Dépor en la tercera categoría pocas veces lo volveremos a ver”

Laure Sanabria posa con su familia en la despedida del Atlético Baleares y del fútbol profesional. // Atlético Baleares

Laure Sanabria posa con su familia en la despedida del Atlético Baleares y del fútbol profesional. // Atlético Baleares

Carlos Miranda

Carlos Miranda

Laure Sanabria (Madrid, 1985) deja el fútbol tras su última etapa en el Atlético Baleares. En A Coruña, donde estuvo diez temporadas y logró dos ascensos, siempre se recuerda a ese capitán dueño de la banda derecha de Riazor.

¿Cómo lleva el día de la retirada?   

Pensaba que iba a ser emotivo, pero no tanto. Estoy recibiendo mucho cariño de compañeros, técnicos, aficionados...

¿Lloró?   

No se me escapó una lágrima, fueron muchas. Cuando haces las cosas con corazón y sentimiento, siempre te emocionas. Es como cuando hablas de tu familia. Le he puesto (en esta profesión) mucho corazón a todo y todo lo que sea recordar te mueve muchas cosas.

¿Llevaba mucho tiempo dándole vueltas a esta decisión tan importante? ¿Cómo fue el paso?  

Muy natural. Este final de temporada se me metió en la cabeza que creía que era el momento. Vine con un contrato (al Atlético Baleares) de dos años, pero en mi interior estaba que ya me llegaba. Ya tenía la cabeza en cosas de fuera, en otros proyectos, y es el momento que tomé la decisión. Me di cuenta de que era el momento adecuado.

En los últimos momentos antes de retirarse, ¿pesa más el agotamiento físico o mental?

Yo entreno muy bien porque me gusta competir y tienes siempre ese espíritu competitivo, pero la cabeza se despista y hay que ser honrado y cuando no estás al cien por cien, hay que dar un paso al lado, reconocer que fue una etapa bonita y pasar a la siguiente.

Ahora que echa la vista atrás, ¿cuánto pesa en su trayectoria su etapa en A Coruña?  

Es la más importante. Voy allí al Deportivo y apuesto por jugar en el filial y me hago un hueco en el primer equipo. Fueron años muy buenos, de mucha experiencia. También viví momentos de todo tipo que me hicieron crecer bastante como persona.

Ha dejado huella en A Coruña. ¿Nota ese cariño cuando se acerca a la ciudad o incluso en momentos como este?   

Siempre que voy por allí noto el cariño y ahora también. Allí dejé muchos amigos. He recibido muchos mensajes y todos esos son gestos de los que te llenan. Allí siempre sentí un respeto grande hacia mí como persona y como futbolista. Se agradece.

Antes decía que la cabeza le llevaba a otros lugares. ¿A dónde?   

Me llevan a Madrid. Cuando vengo al Alcorcón, me junto con unos amigos y hacemos un grupo de construcción, de eventos infantiles y más cosas. Va muy bien y cada día te pide más tiempo y todo eso acelera la decisión de dejar el fútbol.

¿Se ve en un banquillo?

Me llama, aunque lo que no me llama es la inestabilidad familiar. Cuando vives tanto tu profesión, aprendes de uno y de otro... Yo me apunto ejercicios y charlas y temas importantes, pero ahora quiero oxigenarme del fútbol y dedicarme a otros proyectos.

Deja aparcada entonces esa aspiración durante un tiempo...  

Todos me dicen que luego me pica el bicho, aunque de momento la verdad es que no es así. No quiero decir que no, porque es algo que lo tienes mamado, lo has vivido muchos años y lo tienes tan natural que considero que para mí sería fácil aportar.

Ahora que se retira, ¿es de los que le preocupa qué ocurre el día después al adiós?  

Me preocupaba durante mi carrera, pero me he ido preparando para cuando llegase este momento y así poder estar ahora tranquilo. En septiembre u octubre ya tendré otros quehaceres. Me preocupaba más lo emocional, las inquietudes. Necesito proyectos y que mi cabeza esté ocupada.

Y en esa vuelta futura, ¿qué le parecería empezar en A Coruña?  

Sería espectacular, la leche, aunque ahora el mismo nivel de entrenador es muy exigente y ha cambiado mucho esa faceta. Hay que estar muy preparado. Sé de fútbol, pero no estoy listo para ese rol.

¿Sufrió con el Castellón-Dépor?  

Fue un cúmulo de desgracias. Son partidos a cara o cruz y salió cruz. El Dépor estuvo ahí y peleó. La temporada no fue del todo buena, pero no se puede echar todo por tierra. Hay que seguir con esa ambición de llevarlo a su sitio.

Coincidió con Mackay en el Dépor. ¿Cómo vivió lo ocurrido?  

Me dio mucha pena. Es un chico excepcional, que lo vive con pasión. Cualquier profesional se pone en su piel y estos partidos malos son complicados. Fallan los que están ahí. Son cosas de fútbol y hay que asumir como llegan.

¿Cómo ve el rumbo de la entidad? ¿La ve perdida?  

A cualquiera le choca verlo en esta categoría, pero lo que se está haciendo se va a recordar de por vida. No olvidemos que ver a una ciudad así y llenar el campo en la tercera categoría pocas veces lo volveremos a ver. A nivel de club, la exigencia y las prisas le hacen ir dando bandazos y ojalá pueda acertar el tiro y consiga estabilidad.

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