Jugadora del Dépor Abanca

Ana de Teresa: “Jugué con mi hermano y si le daban una patada me salía la vena”

La ibicenca repasa sus primeros meses en un Dépor en el que está “súper cómoda”

Ana de Teresa

Ana de Teresa / Carlos Pardellas

Xane Silveira

Xane Silveira

Su nombre es sinónimo de gol para un Deportivo que ha encontrado en ella a su máxima goleadora pese a que ha empezado prácticamente todos los partidos desde el banquillo. Ana de Teresa (Ibiza, 2001) ha encontrado en A Coruña, pese a la lluvia, un rincón en el que expresarse y volver a reencontrarse con aquella delantera que despuntó en el Levante y vivió en Vallecas un año único. En Abegondo, ya instala como ADT, repasa sus primeros meses en el equipo blanquiazul.

Después del buen inicio de liga van dos empates. ¿Cómo lo asume el vestuario?

Son empates que son puntos a favor nuestra. Siempre quieres ganar, más siendo el Dépor, pero dos empates ante dos equipos que van a estar arriba no son del todo malos. Al final es que ante los equipos de arriba intentar no perder.

De momento ha entrado poco a poco en el equipo hasta el último día que fue titular. ¿Se lo esperaba?

Cuando llegué no tenía expectativas de juego. Prefería no ponerlas. Aprovechar los minutos que me diesen. En las primeras jornadas fui suplente pero siempre pude aportar algo. Al final Irene me ha dado la titularidad. Todas queremos jugar lo máximo posible, pero yo si soy suplente no reacciono mal, son minutos para mí, sean 20 o 90, los intento aprovechar.

Usted ha marcado cuatro goles, ¿en ese aspecto se encuentra más tranquila?

Claro, al final cuando se dice que las delanteras vivimos del gol es cierto. Marcar te hace jugar mejor y entrenar con más confianza.

Irene Ferreras la describe como una delantera que a la que le gusta desmarcarse, ¿se ve así?

Yo me siento más cómoda yendo al espacio. Siempre que puedo y veo algún espacio me sale solo, de manera natural intentar atacar la espalda para hacer daño al rival.

¿Hay trucos para no caer en fuera de juego?

A ver, yo… suelo pecar bastante. Me lo dicen mucho. La tendencia de querer ir hacia adelante me hace meterme en fuera de juego y me quita jugadas de peligro. Tengo que aprender a controlarlo más. Si hay truco casi que me lo enseñen.

Llegó este verano libre, ¿se puede saber si su contrato es para un año o más? ¿O cuál es su idea?

Yo no sé nada, hasta que acabe la temporada no sé nada. A día de hoy aquí estoy súper cómoda, así que evidentemente me gustaría quedarme, este es un club súper profesional que nos da muchísimas cosas. Si tuviese que decidirlo ahora por supuesto que me quedaría.

Usted estaba en Primera, ¿por qué cambiar?

Fue un poco entre mi representante y yo. Sabíamos que el Dépor iba a hacer un proyecto para subir a Primera. A mí me hacía ilusión y el año pasado se quedaron a un gol. Yo sabía que aunque fuera una categoría menos, el club iba a luchar por estar ahí arriba. Al final también es bonito en vez de pelear por un descenso, luchar por un ascenso. La decisión fue fácil, este es un club al que todo el mundo quiere venir.

En alguna ocasión comentó que el año del Rayo fue su mejor temporada en Primera. ¿Cómo lo vivió?

Yo llegué cedida del Levante B, solo había debutado con el primer equipo. Allí Carlos Santiso me dio toda la confianza del mundo. Estuve muy cómoda, pero en febrero me lesioné la rodilla y se acabó la temporada. Fue un año muy bonito, el Rayo tiene mucha afición y pese a que no podían entrar al campo siempre había gente alrededor, incluso en entrenamientos.

¿Tuvo que vivir la lesión sola?

Yo estaba con dos compañeras de piso. Yo cuando me pasa algo bueno o malo siempre pienso en mi padre, entonces en ese momento empecé a gritar ‘papá, papá’ porque era como que quería que estuviera conmigo. Pero luego pensándolo en frío, si llamaba a mi padre para decirle que me acababa de romper la rodilla, porque además fue una acción muy brusca, era evidente que tenía algo grave, si llamo a mi padre le mato. Ese proceso hasta saber que tenía el cruzado roto lo viví sola, con mis compañeras de piso, que me ayudaron muchísimo. Pero en ese momento decidí vivirlo sola para no preocupar a mi familia. Luego lo viví en casa, hice la recuperación con el Levante.

¿Cómo fueron sus inicios? ¿Siempre fue delantera?

No, mira. Mi padre un día llegó a casa y nos dijo que teníamos que hacer un deporte cada uno, así que me apunté a tenis, pero al mes vi que no me gustaba competir sola. Me apunté en invierno a fútbol con mis hermanos, yo tengo uno pequeño, un mellizo y uno mayor. Empecé en realidad en banda izquierda. Cuando pasé de jugar con los chicos a jugar con las chicas me ponían en el medio o de mediapunta, pero nunca de delantera. Fue al llegar al Levante, el entrenador que tuve me dijo que podía jugar ahí bien. Era en Primera Regional y quedé de máxima goleadora, entonces a partir de ahí me quedé en punta. Pero puedo jugar en cualquier parte, con tal de jugar me quedo contenta.

¿Había mucho pique jugando con el mellizo?

Con un hermano siempre hay pique (se ríe). Pero él jugaba en otra posición, me tenía que dar los pases y yo metía los goles. Pero si le daban una patada te sale la vena.

El club le presentó como ADT, ¿en casa también le llaman así?

No, no, mis padres por norma general Ana, mi hermano sí me dice ‘Ade’, como me llaman aquí también en Abegondo.