Anuario 2023 | Año de luto en A Coruña: adiós a Arsenio, Luis Suárez y Amancio

Todavía yacen las flores marchitas que vigilan cada paso que transcurre en la orilla de Riazor. A su lado, viviendo una ofrenda continua que nunca estará a la altura, el busto de la irrepetible figura do Bruxo. Fue un 5 de mayo y desde entonces miles de aficionados al blanco y al azul viven una vida más huérfana por el adiós de aquel que marcó un antes y un después en la historia del Deportivo. Arsenio Iglesias falleció a los 92 años de edad. Se fue la leyenda y sobrevivió el mito de aquel que construyó los cimientos de la época dorada y dedicó toda una vida al club de su corazón.

Cientos de personas acudieron en masa a despedirle en Riazor, su casa. Arsenio recibió el cariño de todo el mundo del fútbol un viernes de luto que finalizó el sábado con la ofrenda final de la afición. Futbolistas, entrenadores e instituciones presentaron su respeto, aprecio y admiración a la gran figura del Deportivo. “Él era como un padre para nosotros. Nos enseñó mucho sobre la vida y el fútbol, y siempre lo recordaremos con cariño”, expresó Mauro Silva, quien, cuando estuvo en A Coruña, acudió hasta el busto del entrenador junto a su inseparable Bebeto y junto a Donato para rendir una justa ofrenda. También se acordó de él Lionel Scaloni en una visita a A Coruña que el club aprovechó para hacer coincidir con su memorial, el primero tras su fallecimiento.

Nacido en Arteixo en 1930, es la indiscutible gran figura de la historia del Deportivo. Sumó un total 714 partidos como jugador y entrenador del club. Bajo su mandato se forjó el Superdépor y se levantó, en 1995, la Copa del Rey. Mucho que decir y poco que contar acerca de un técnico que vivió también años de penumbra en el irregular equipo que fue el Deportivo en los años 80 o en una primera aventura a partir de 1971. Arsenio siempre se iba y siempre volvía porque, a fin de cuentas, el Dépor era su verdadero hogar. Debutó como futbolista en 1951 y se retiró por segunda vez en 1995. Pasó de niño escurridizo a padre del deportivismo tras una vida dedicada al conjunto coruñés.

No fue la única despedida amarga para un 2023 que ha despojado a la ciudad coruñesa de sus grandes mitos futbolísticos. Tres meses antes, un 21 de febrero, fallecía Amancio Amaro, leyenda local y, en especial, del Real Madrid, del cual era presidente de honor. Como jugador se crio en el Victoria y disputó cuatro temporadas en el Deportivo antes de dar el salto a la capital, donde hizo historia. Jugó de blanco desde 1962 hasta 1976. A lo largo de esas 14 temporadas disputó 471 partidos, marcó 155 goles y levantó nueve ligas. Además, formó parte esencial de la selección española que en 1964 logró la primera Eurocopa en aquella final del Santiago Bernabéu, su otra casa. Padre de la Quinta del Buitre, sus gestas todavía retumban en la casa blanca.

El 9 de julio se prendió una vela más, esta vez en Milán, por el luto del único balón de oro que ha tenido el fútbol español: Luis Suárez. El Arquitecto fue una de las figuras indispensables del deporte español y uno de los grandes exponentes de la escuela coruñesa. Recibió el premio individual que todos los jugadores anhelan en 1960, vistiendo los colores del Barcelona, aunque su leyenda, inabarcable, se forjó sobremanera en Milán, donde defendió los colores azul y negro del Inter. En su breve etapa como jugador del Dépor marcó tendencia tras un traspaso conjunto con Dagoberto Moll valorado en 600.000 pesetas; el Inter terminaría pagando 25 millones, un récord que sirvió para financiar la construcción del Camp Nou. Conquistó dos Copas de Europa (1964 y 1965) y, al igual que Amancio, logró la Eurocopa de 1964 con la selección española.

Luis Suárez regresó al Dépor entre 1978 y 1979 para sentarse en el banquillo y evitar el descenso a Segunda B. Antes, en 1969, disputó un Teresa Herrera como futbolista, preámbulo de aquel partido de veteranos de 1976 en Riazor en el que se fotografió de blanquiazul con Amancio. Juntos, balón de plata y balón de bronce de 1964, la edición más coruñesa.

El fútbol español vivió de golpe la despedida de tres figuras irrepetibles. Cada una en su magnitud fueron mitos que marcaron al Deportivo y que colocaron el nombre de la ciudad de A Coruña en lo más alto.