Fútbol - Deportivo

Dani Estévez, el niño que "veía fútbol y no dibujos"

El MVP de Liga Promises 2017-2018 empieza a mostrar en el Juvenil del Deportivo su fútbol y su capacidad para entender el juego

Dani Estévez, con su padre tras el partido de Copa de Juveniles en Lezama. |  // CEDIDA

Dani Estévez, con su padre tras el partido de Copa de Juveniles en Lezama. | // CEDIDA / Carlos Miranda

Carlos Miranda

Carlos Miranda

A Dani Estévez (A Coruña, 2006) se le lleva esperando toda la vida. Desde aquella Liga Promises, el antiguo torneo de Brunete, de la 2017-18, en el que fue nombrado MVP y en el que había protagonizado algún discurso y lecturas de partidos impropios de su edad, siempre ha acaparado focos, siempre se le ha creído predestinado para el primer equipo del Dépor. Sus padres decidieron que no se marchase de A Coruña, a pesar de los multitud ofrecimientos. Los focos bajaron su intensidad, él siguió con su formación y aquel niño es ya un adolescente y en la Copa de juveniles en Lezama volvió a brillar con el 0-1 que eliminó al Athletic.

Hace años en un derbi ante el Celta en Abegondo. |  // CEDIDA

Hace años en un derbi ante el Celta en Abegondo. | // CEDIDA / Carlos Miranda

“Dani es así, es lo que ha hecho siempre desde pequeño”. Su madre, Caty Gómez, no oculta “la alegría” con la que vivió su familia ese partido ante el Athletic, al que asistieron, pero ve en ese gol, y en todo lo que hizo en el duelo, a ese niño que fue subiendo paso a paso con el Dépor. “Al haber marcado, es todo más mediático, pero él siempre destacó. Estaba contento, no es efusivo ni extrovertido. Se acostumbró ganar partidos y torneos, y de eso nunca se cansa”, admite su progenitora.

No ha dejado de ser ese pequeño cerebral que movía al Deportivo Infantil y que poco a poco se ha ido formando y también matizando su posición, algo más ofensiva. El fútbol y el análisis del juego lo han copado todo en su vida desde sus primeros pasos. “Cuando era un niño, él no veía dibujos, veía partidos de fútbol. Incluso antes de ir al colegio, lo que le pusieran en televisión”, cuenta de esa capacidad analítica alimentada desde que tenía uso de razón. “Hay un amigo nuestro que dice que tiene el campo metido en la cabeza. Es muy sensato, muy maduro, tiene mucha capacidad [para entender el juego]”, apunta.

Ha pasado más de un lustro desde aquel boom que vivió el coruñés con solo 11 años. Algo parecido ocurriría tiempo después con Erik Bugarín y con muchos otros que abandonaron sus clubes de origen. Él no. Más allá de su hipotética marcha, es todo lo que supuso aquella vorágine para un niño de tan corta edad. “Fue increíble lo que vivimos en aquel momento. Siempre tuvimos los pies la tierra. Ni Dani se enteró de muchas de las cosas que pasaron a su alrededor [ofertas]. Era muy pronto. Estamos muy contentos y convencidos de haber tomado aquellas decisiones. Queríamos vivirlo todo con él”, razona, apoyada en la perspectiva del tiempo.

Dani Estévez ha crecido en su entorno familiar, mientras escalaba en el Dépor y se formaba también en San Tirso, también mientras acudía a la grada de Riazor como un seguidor más. “Es muy, muy deportivista”, cuenta su madre. “Le viene de su padre, sobre todo, y yo luego me añadí”, admite y se ríe. “Fuimos a partidos de Champions, al Centenariazo...”, enumera de un entorno blanquiazul que le ha empujado a ese sentimiento desde la cuna. También al fútbol y al fútbol sala. Su padre, sus tíos, su hermano... Todos con pasado o presente en torno a un balón.

Ahora, a aquel niño al que el camino le señala Riazor desde el torneo en el que se hizo conocido para el gran público, le tocará seguir subiendo y ejercitando la paciencia. Tiene contrato profesional desde los 16 años, tal y como reconoció hace algo más de un año el expresidente Antonio Couceiro, y empieza a hacerse importante en el Juvenil A en su segundo año en la categoría. La Copa del Rey será el mayor de los escaparates en el equipo de Manuel Pablo, que está de cambio de guardia. Todo con esa cabeza analítica y esa pasión por el juego que le acompañó desde niño.

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