El próximo mes de octubre, el Gobierno acometerá la mayor privatización de la historia democrática de España. Loterías y Apuestas del Estado colocará en Bolsa el 30% de sus acciones, ahora en manos del Estado. Aurelio Martínez, presidente de LAE, ha cifrado su capitalización bursátil en una franja que oscila entre los 25.000 y los 30.000 millones de euros. Se situará así dentro del grupo de las mayores sociedades cotizadas españolas, junto a Santander, BBVA o Telefónica. Será además la mayor empresa del juego del mundo en volumen de capitalización. Aurelio Martínez se ha atrevido a lanzar previsiones de rentabilidad, con dividendos de en torno al 8%, similares a los de los grandes del selectivo español. No en balde, Loterías y Apuestas del Estado puede presumir de cerrar cada ejercicio con unos beneficios netos cercanos a los 3.000 millones de euros.

LAE se ha convertido en una referencia en el sector. Su capacidad para innovar le ha llevado a acometer un proceso notable de internacionalización con el Euromillones, de éxito en Europa, y la previsión de entrar en el mercado de juego a través de las redes electrónicas y la liberalización parcial del modelo de administraciones de lotería.

Nadie duda de que Loterías será en octubre una de las protagonistas del parqué y de que su capacidad de generación de ingresos no sufrirá variaciones sustanciales. Pero no siquiera la LAE se ha escapado a la tendencia a la baja en facturación que ha sufrido todo el sector en España durante el año pasado. En contra de la opinión generalizada, los españoles no se han lanzado a jugar más en busca del sueño de un premio millonario que alivie los apuros de la crisis económica. Como el resto de sectores de actividad, el juego lleva sufriendo desde 2008 un progresivo descenso del nivel de facturación. En 2010, el dinero jugado descendió un 9,20%. Los 30.110 millones de euros jugados en 2009 pasaron a ser 27.338 millones el pasado ejercicio. El descenso fue generalizado en todas las autonomías, aunque algunas, como La Rioja, Baleares, Murcia o Navarra, lo hicieron por encima de la media.

El descenso no se explica porque juegue menos gente, sino porque se juegan cantidades menores. El cinturón de las familias también se ha apretado a la hora de apostar. Los españoles jugaron el año pasado una media de 581 euros al año por habitante frente a los 644 del ejercicio anterior. El gasto es equiparable al del teléfono móvil o la factura de electricidad del hogar de una pareja sin hijos.

La lotería baja, pero menos

Pero las bajadas no han sido igual para todos. LAE, con sus juegos millonarios y los tradicionales como la Lotería Nacional (la estrellas es la de la Navidad) ha aguantado mucho mejor el tipo. Apenas se ha dejado el 2,56% de facturación (todo lo jugado, incluyendo lo repartido en premios). Un análisis más a largo plazo demuestra que la empresa pública apenas se ha dejado desde 2006 un 0,57% del dinero jugado. Incluso en el subapartado de juegos activos (Euromillones, Primitiva, Quiniela, etc.) registra un incremento del 1,78% en la serie histórica, según refleja el Informe anual del Juego en España 2010 que publica el Ministerio del Interior. No todos pueden decir lo mismo. La ONCE, que disfruta de un régimen fiscal similar al de LAE (libre de impuestos) acumula desde el año 2006 una bajada del 13,02, que fue del 5,94 % entre 2009 y 2010. La organización de ciegos no logra remontar el vuelo pese a que ha tratado de reinventarse introduciendo nuevos tipos de boletos y sorteos.

Caída en el juego privado

El peso del descenso de facturación lo lleva sobre sus espaldas el sector del juego privado. Aunque las máquina de tipo B (tragaperras) presenta un cuadro histórico positivo (3,65%), ha sido el negocio más castigado en los años de crisis, con caída de cantidades jugadas del 7,82% en 2009 y del 16,16% en 2010.

Más dura es la situación de casinos y bingos, con descensos acumulados en cuatro años del 24,5% y del 27,24% respectivamente. Miguel Mazón, autor el libro Análisis económico, jurídico y fiscal del juego, basado en sus tesis doctoral, cree que se está produciendo un cambio en los comportamientos del consumidor de juego que tiene que ver con el relevo generacional.

Los jóvenes cada vez se sienten más atraídos por otras formas de apostar, como la vía electrónica de internet. No en balde, pese a la todavía ausencia de regulación -las empresas de apuestas online se mueven en la "ilegalidad", según Mazón, a la espera de que el Gobierno reglamente este tipo de actividad- y la ausencia de estadísticas fiables sobre facturación, el informe del Ministerio del Interior, registra un fuerte aumento del 48,91% en las cantidades jugadas el año pasado.

El póquer a través de la Red es una de las grandes apuestas de las multinacionales de internet a la que intentan engancharse los casinos con los torneos presenciales, muy dirigidos a un público juvenil y basados en grandes operaciones de promoción y marketing que incluyen la fabricación de estrellas millonarias que han hecho del análisis estadístico y las matemáticas una forma rápida de lucrarse.