La crisis del Grupo Pescanova ha privado a la compañía de estar presente en la Antártida, el sur de Australia y el Pacífico sur por la desinversión en Austral Fisheries, Antarctic Fisheries y la pérdida de Pesca Chile. Pero la multinacional gallega preserva, con 72 barcos, una de las mayores flotas pesqueras del mundo. Con la venta de Lafonia Sea Foods a Frigoríficos del Morrazo se deshizo del último barco que construyó desde cero, el Sil, de 1987. Y, con esta operación, dijo adiós también a su barco más moderno, el New Polar (2004). Sin visos de licitar la construcción de un barco nuevo, Pescanova apuesta por la modernización y mantenimiento de los que ya tiene para que puedan navegar unos años más (y tienen 35 años de media). Entre 2012 y la actualidad ha destinado 47 millones a este fin.

De acuerdo a las cuentas anuales de la pesquera, en 2010 la flota tenía un valor de 466 millones de euros, pero la administración concursal aplicó dos años después un fuerte tijeretazo y deterioró esta partida hasta los 251,4 millones. En las cuentas de 2012 figuraban todavía los barcos de Chile, Falklands, Georgias del Sur y Australia, que perdería poco después. Ahora el balance otorga a los 72 barcos un valor de 75 millones de euros, a algo más de un millón por pesquero. Antes de la llegada de la banca al capital, Pescanova rescató de la quebrada Pesca Chile un arrastrero de 76 metros de eslora, el Ila. Fue adscrito a la filial de Uruguay, Belnova, por cinco millones de euros y renombrado como Río Solís III. Es de 1969. Es el último buque incorporado a la firma y, de momento, habrá que esperar por el siguiente.

Para la multinacional, con un Ebitda en 2015 de 34,2 millones y pérdidas de más de 32, la construcción de un barco es un capricho que no puede permitirse. La previsión de Ebitda en el antiguo plan de viabilidad era de 83 millones para el pasado ejercicio y 101 para el actual, y no va a cumplirse. De ahí que la intención de su presidente, Jacobo González-Robatto, de encargar en Vigo "uno o dos arrastreros" ha caído en barbecho. Pescanova dio completa prioridad a la acuicultura cuando generaba flujo de caja, e incluso invertía más de lo que le permitían sus ingresos de explotación. En 2007, por ejemplo, la empresa generó 9,7 millones de su actividad habitual (ya descontadas las nóminas, la luz o el combustible), pero invirtió 39,4 millones. Un año después el flujo de caja fue positivo en 103 millones, y gastó más de 97. Empezaba la carrera acuícola portuguesa y la del vannamei, y esta última es la única que ha sobrevivido.

Pesca salvaje

Con todo, la capacidad pesquera de sus barcos y la diversificación geográfica y por especies hace que el negocio salvaje siga por encima del acuícola en cuanto a lo que aportan a la facturación. Los últimos datos otorgan a las capturas del Cono Sur y África el 45,2% del volumen de negocio de Nueva Pescanova. Pero son datos solo del mes de diciembre, cuando el tirón del langostino es fuerte, con lo que refuerza aún más el músculo que aportan los barcos al negocio. De los 47 millones invertidos desde 2012 (incluso en pleno concurso), 26 se destinaron a la flota del Cono Sur (Argentina y Uruguay) y otros 21 a la de África (Mozambique, Namibia, Angola y Sudáfrica).

Las tareas de mantenimiento y modernización van desde el repintado completo del barco, con aplicación de imprimaciones y esmaltes adaptados a cada caladero y casco, la remotorización, la reforma de la estampa de popa o reformas en los espacios de la tripulación. Es un procedimiento normal que utilizan los pesqueros y, en el caso de Pescanova, puede hacer estas tareas de ajuste con personal propio. En Mozambique dispone de un astillero, Estaleiros Navais da Beira, y Novagroup (Sudáfrica y Namibia) tiene empresas capacitadas para llevar a cabo también pequeñas reparaciones. La incorporación de bulbos de proa o el cambio de motores permite a los barcos un ahorro en consumo de combustible que, en el caso de la flota de la multinacional, representa entre un 37 y un 40% de la cuenta de explotación.

En Argentina la compañía dispone de tangoneros (para la captura de gambón), arrastreros y palangreros (merluza) y poteros (illex argentinus). Dispone allí de 19 barcos. En Uruguay, con casi las mismas especies como objetivo, tiene ahora tres barcos tras incorporar el Río Solís III. En Namibia, donde la entidad se instaló en 1990 tras la independencia del país, trabaja con 14 arrastreros dedicados a la merluza, por un barco de Sudáfrica y otros tres de Angola (gamba roja). Aunque la flota más numerosa es la de Mozambique, con 32 barcos, no es la de mayor capacidad. Son buques camaroneros de unos 25 metros de eslora y que disponen de una capacidad de unas 140 toneladas. El Sil, por ejemplo, sorprendía a la propia tripulación con su espacio: 2.000 toneladas de pescado y 400 de harina.