Entre 2008 y 2012 el Producto Interior Bruto (PIB) gallego —en valores nominales, sin descontar la inflación— experimentó una pérdida de casi 4.000 millones de euros. Con excepción del espejismo de 2010 —la pasada recesión fue en uve doble, double dip recession, con una leve recuperación en el medio—, la economía sufrió un revolcón que fue menos malo gracias a la internacionalización de las empresas. En ese mismo periodo la nómina de compañías exportadoras creció por encima del 22%; buscaron fuera lo que no encontraban en España, con una demanda interna, pública y privada, completamente retraída. Esa estrategia no ha cambiado con la recuperación, y en 2018 Galicia batió récord de empresas con ventas fuera del país. En total, 7.259 firmas, según los datos oficiales del Ministerio de Economía. Está más de un 50% por encima de los valores precrisis.

Pese a la atonía en las principales economías de la eurozona, los países que utilizan la divisa común fueron los que más volvieron a confiar en los productos y servicios exportados desde Galicia. El pasado ejercicio se ganaron cinco nuevos mercados, no todos exóticos: Liechtenstein, Islas Caimán, Surinam, Myanmar y Mongolia. Con ellos se rozan ya los 170 clientes en todo el mundo, con un importante crecimiento de las compras desde Cuba, Costa Rica, República Democrática del Congo, Nigeria y Egipto. En el ámbito más próximo, el mayor incremento de empresas exportadoras se produjo en Alemania —evitó de milagro la entrada en recesión técnica, con un avance del PIB nulo, del 0%, en el último trimestre—, Italia —sí está ya en recesión—, Noruega, Suecia y Andorra. Con una población conjunta de más de 1.700 millones de habitantes, la penetración de las compañías gallegas en China y Estados Unidos continúa siendo residual: 1.533.

Aún a pesar del incremento de la nómina de exportadoras, esta continúa lejos del umbral que correspondería al sector privado. Las 7.259 que vendieron sus productos en el extranjero el año pasado equivalen a casi un 3% del universo de sociedades con sede en la comunidad. Para alcanzar una ratio equivalente al peso de la economía gallega en el conjunto de España (en torno al 5%), deberían incorporarse otras 5.000 firmas. Este déficit no ha impedido acariciar los 23.000 millones de facturación en el extranjero el año pasado, tras un aumento interanual del 5,4%. La dependencia de locomotoras como Inditex y el Grupo PSA todavía es muy fuerte; que casi siete de cada diez empresas gallegas no tenga asalariados, y su escasa estructura para acometer un salto al extranjero, también se nota.

Ahora bien, ninguno de los sectores tradicionalmente más fuertes en el mercado exterior marcó la diferencia el pasado ejercicio en cuanto al número de firmas exportadoras. Casi al contrario: el de máquinas y aparatos mecánicos, elaborados de pescado, automoción, manufacturas de hierro o textil perdieron efectivos. Sí continuaron siendo claves en cuanto a representación, y solo estos cinco segmentos de actividad sumaron 3.910 compañías. En el lado opuesto destacó el avance de la industria de la madera, productos farmacéuticos, aparatos ópticos y productos lácteos. A nivel estatal el incremento de la base exportadora —sociedades que exportan— fue superior al 26%, y alcanzó a cierre de año las 204.200 empresas. Esta ratio de crecimiento triplicó a la de Galicia, que experimentó un avance de algo más del 8% en el mismo periodo.