Tres de cada diez autónomos gallegos tienen más de 55 años, una ratio que supera el promedio nacional. Su contribución es esencial para las arcas públicas; aportan al año, pese a tratarse de un colectivo menguante, en torno a 800 millones de euros en cotizaciones sociales. Los contratiempos les sobrevienen no solo por las condiciones de su régimen de actividad „es ahora cuando se les han reconocido prestaciones de las que sí gozan los asalariados„, sino también por las que encararán en el momento de jubilarse. Que no son buenas. Según las declaraciones de la Renta de 2017, últimas disponibles, los autónomos gallegos declararon ingresos netos (por estimación directa) de 9.027 euros anuales. Sería, traducido al lenguaje del empleo por cuenta ajena, una nómina de 752 euros al mes. Y el 20% del colectivo, pese a pagar su cuota mensual, cerró el año en números rojos. Por eso las pensiones de jubilación son tan bajas; por eso el esfuerzo de mejorarlas es tan grande.

En el último ejercicio, según los datos oficiales del Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, fueron 7.260 los trabajadores autónomos que decidieron abandonar la base mínima de cotización para mejorar su futura paga. Equivale a veinte profesionales diarios. En ninguna otra autonomía española se produjo un trasvase similar (en términos relativos). En suma, de los 219.808 empleados por cuenta propia que figuraban de alta a 31 de marzo, 99.732 estaban acogidos a la base mínima, con un desembolso mensual „tras la última subida de tarifas„ de 283,3 euros. ¿Cuál es la traducción de estos datos? Que del conjunto de profesionales por cuenta propia en Galicia, el 72,5% sí pagan la cuota más baja posible, en algunos casos bonificada por la llamada tarifa plana de los autónomos. Y, aunque es un porcentaje muy abultado, es el más reducido en el conjunto de todo el país. De media los autónomos españoles acogidos a la base mínima de cotización representan el 82,2% del total, también de acuerdo a la estadística correspondiente al mes de marzo.

Es la primera vez que Galicia encabeza el ranking de profesionales que deciden pagar más al mes. Hace un año los autónomos de Navarra y Asturias rebasaban a la comunidad en este indicador. Y este sorpasso no obedece a la pérdida de trabajadores por cuenta propia, por una razón sencilla de comprender. En los últimos doce meses la nómina de trabajadores autónomos en Galicia se redujo en un 1,46%, pero la de los profesionales que permanecen acogidos a la base mínima de cotización hizo lo propio en casi un 7%. Sí guarda una relación evidente al envejecimiento del colectivo, que no para de medrar. Solo desde marzo de 2018 los profesionales de más de 65 años „por tanto, en teórica disposición de jubilarse„ que permanecen activos creció en más de un 9%; el colectivo con un rango de edad de entre 30 y 50 años apenas se agrandó en ocho décimas en el mismo periodo temporal. Son datos del Instituto Galego de Estatística (IGE).

Las pagas

De momento la estrategia de los autónomos por sacrificar más sus ingresos mensuales en favor de una mejor jubilación apenas ha dado resultados. Los trabajadores del régimen general que se jubilaron el pasado marzo lo hicieron con una pensión media de alta de 1.321 euros mensuales, ocho euros superior a los que se habían retirado un año antes (multiplicado por catorce pagas, es una diferencia en favor de los primeros de 112 euros al año). No obstante, los profesionales autónomos que se retiraron el mismo mes lo hicieron con una paga de alta de 779 euros, como confirman las bases de datos de la Seguridad Social. Esto es, una diferencia de 542 euros. Pero es más, los trabajadores por cuenta propia que se jubilaron en marzo de 2018 lo hicieron con una primera pensión de 778,15 euros, con lo que el panorama solo ha mejorado en 85 céntimos (doce euros más al año).