Medio centenar de empleados de la ONCE y delegados del sindicato de CCOO de varios puntos de España se concentraron ayer en A Coruña para denunciar la "represión sindical" por parte de la dirección de dicha entidad de ayuda a personas con discapacidad. Tras una pancarta con el lema Tu publicidad oculta precariedad y maltrato a la discapacidad. No al despido de nuestra delegada sindical en Lugo, los participantes en la protesta denunciaron que a Begoña Argerey, delegada sindical de CCOO en Lugo, no le renovaron el contrato pese a que, según el convenio, debería pasar a ser personal fijo.

Los participantes, entre los que figuraban miembros del partido político Esquerda Unida, reclamaron la "estabilidad laboral" de los vendedores del cupones de lotería de dicha organización, ya que CCOO considera que el cuadro de personal fijo se ha reducido y hay un "abuso de la temporalidad" en la contratación.

En declaraciones a Efe, el secretario general de CCOO-ONCE en Galicia, Víctor Manuel Gómez, condenó la "precariedad" de los representantes sindicales en la institución y la vulneración de "derechos fundamentales". "Esta compañera cumplía todos los parámetros que marca la normativa interna de la ONCE para la concadenación de contratos y ahora le tocaba el contrato indefinido, ya que cumplía todas las normas que marca la ONCE como es la rentabilidad de venta, tener superados los cursos de formación y la buena presencia", detalló Gómez.

Después de más de tres años de contratos temporales y de interinidad, no han reconvertido su contrato en contrato indefinido, explicó el secretario de acción sindical estatal de la ONCE, Raúl López.

Falta de confianza

Begoña Argerey aseguró que tuvo desencuentros con representantes de otro sindicato y que la empresa alegó para la no renovación de su contrato "falta de confianza", por lo que ahora ha indicado que está estudiando recurrir a la vía judicial.

Además, la central sindical también asegura que al delegado de Pontevedra, que tenía derecho por convenio a un puesto de no movilidad, le fue rechazado, por lo que ahora reparte cupones de lotería en una ruta de treinta kilómetros para la cual precisa de ayuda externa.