Dejó Barcelona por A Coruña y dejó la empresa en que ejercía como abogada para hacer realidad su sueño solidario de accesorios, moda de mujer y taller de tintes naturales.

¿Cómo arrancó su negocio?

Empecé con la cestería hace dos o tres años. Estaba en Barcelona pero me vine a A Coruña. Así que dejé mi profesión como abogada. Consideré que aquí resulta más fácil emprender: los locales son más baratos, hay una tradición textil, y lo que comenzó como artesanía de accesorios derivó en confección de moda de mujer. Todo está hecho a mano y confeccionado en un entorno de proximidad, en talleres de A Coruña y alrededores.

Un negocio comprometido...

Son talleres de dos o tres personas, no más. También colaboro con ONG que ayudan a mujeres en riesgo de exclusión social en países de América, Asia o África. Hace un año abrí un taller en Monte Alto, era una antigua tienda de lencería, y allí elaboro tintes naturales para los textiles que confecciono y también doy cursos sobre esta materia. Empecé antes del confinamiento, tuve que hacer un parón a raíz del virus, y luego continué.

¿Y cómo ha sido la respuesta?

En marzo paré la actividad, pero desde abril hasta agosto funcionó muy bien. El público respondió genial, ya que tuvimos más venta que nunca desde que reabrimos. Es la mejor temporada y la que más gente nos conoce. Nosotros vendemos mucho fuera de la comunidad gallega y la verdad es que tuvimos una gran acogida. Nos sorprendió. Puede resultar paradójico pero es así.

¿Puede ser que el sentimiento solidario saliese reforzado por la crisis sanitaria y beneficiase a los negocios con valores?

Pienso que sí, creo que eso influyó porque la gente se concienció un poquito. Hubo numerosas acciones en redes sociales de consume local y el público se volcó en este sentido.

¿Cuál es su red social preferida?

Instagram es la que mejor nos funciona. También estamos en Facebook.

¿Y qué hace una abogada como usted en un negocio como este?

El Derecho no es mi vocación. Siempre me interesó el mundo de la moda, la fotografía, la estética, el arte... Ejercía como abogada pero siempre tuve dentro el gusanillo de que en algún momento cambiaría, y el cambio de ciudad de Barcelona a A Coruña lo impulsó y lo favoreció porque Galicia es uno de los pilares de la industria de la moda gracias al señor Inditex. También de la confección: imagino que en su día se abrieron un montón de talleres que ahora se han visto un poco... bueno, supongo que las empresas grandes producen más fuera pero muchos pequeños diseñadores como yo apoyan la confección local y actúan según los postulados de la filosofía del kilómetro 0.

¿Qué le diría a otras mujeres que tienen miedo a dar el salto al emprendimiento?

Tengo 51 años y lo dejé todo con 48, que tampoco es una edad fácil en este país. La gente cree que uno emprende con 30, pero no. Cuando tomé la decisión de dedicarme a lo que me apasionaba, todo el mundo me miraba con cara de "estás loca, cómo vas a dejar un puesto fijo en una empresa con 48 años". Pero esto llega cuando llega y uno se anima cuando se anima. La edad no es un impedimento aunque estemos en un país difícil para cambiar de trabajo o emprender salvo que sea por necesidad. Mucha gente se quedó en el paro y se reinventó, pero en mi caso fue por decisión propia. Yo animo a la gente a hacer lo que le gusta: siempre hay un público para todo. Lo mío, ya le digo, fue un salto brutal: de abogada de empresa a autónoma.