El histórico fabricante de estructuras metálicas coruñés Emesa (Elaborados Metálicos SL) va camino de cumplir un año en concurso de acreedores, un proceso al que se vio arrastrado a finales del pasado noviembre por una deuda de 18 millones de euros según las cuentas de Grupo Soil, al que pertenece la empresa desde 2015. Una nueva venta se perfila como la única salida posible para evitar la liquidación de esta firma que hasta hace cinco años estaba integrada en Isolux y que cuenta con 62 años de historia en la comarca. Dos industriales metalúrgicos, uno de ellos gallego y otro de fuera de la comunidad, exploran la compra la compañía, según ha informado el administrador concursal al comité de empresa. La expectativa de reflotar el negocio ha propiciado una nueva prórroga del ERTE (expediente de regulación temporal de empleo) de los 85 empleados, hasta el mes de diciembre.

"No sabemos los nombres, pero los dos son empresarios del sector", valora Óscar Iglesias, delegado de personal, quien confirma que ambos inversores han tenido acceso a las cuentas de Emesa y a sus instalaciones fabriles de Coirós, cerradas desde el pasado febrero. El primero de los potenciales compradores llegó en verano a través del Instituto Gallego de Promoción Económica (Igape) y está ya estudiando las posibilidades de financiación para hacerse cargo de la empresa. En las últimas semanas le ha salido un competidor de fuera de Galicia.

De que alguno de los dos interesados dé finalmente un paso al frente depende el futuro inmediato de cerca de un centenar de trabajadores. "A ver si hay suerte y que sea cuanto antes porque aquí lo problemático para nosotros es que estamos gastando nuestra prestación", explica Iglesias. Desde el 18 de febrero la plantilla de Emesa vive de la paga de desempleo. Su ERTE es anterior a las medidas excepcionales aprobadas por el Gobierno por la crisis del Covid y, por tanto, consumen paro, por lo que el colectivo no ve viable mantener por mucho tiempo la actual situación de limbo.

El comité de empresa rechazó una propuesta del administrador concursal para prorrogar durante seis meses, hasta marzo, su expediente de regulación temporal. En su lugar, negoció una ampliación de tres meses, hasta la segunda semana de diciembre. "Todo dependen de cuál sea la situación en ese momento, pero en principio no queremos seguir más tiempo en ERTE. Al pasar de los seis meses ya nos bajó la cuantía al 50% de la base regulador, así que cobramos menos y estamos gastando nuestra prestación, ¿para qué?" reflexiona Óscar Iglesias.

Él, como buena parte de la plantilla, llevaba más de 20 años trabajando en la fábrica, hasta que cerró a principios de este año. "Estábamos contentos allí y por eso queremos volver", señala, esperanzado en que la venta fructifique y Emesa escriba un nuevo episodio de su historia industrial. El comprador, si llega a haberlo, tendrá que hacer frente -entre otras deudas- al pago de las siete nóminas que Grupo Soil debe a los trabajadores.

Después de diez meses en concurso de acreedores y siete meses en ERTE con la factoría apagada, los afectados ansían que el proceso avance. "El Covid no ayudó nada, en varios meses no se pudo hacer visitas a la fábrica y estuvo todo parado", comenta Iglesias.

La plantilla espera noticias del administrador concursal para que, cuanto antes, el metal vuelva a sonar en la fábrica de la que salieron piezas para proyectos de arquitectos como, Calatrava, Moneo o Norman Foster; y para obras como la nueva planta de biomasa de Greenalia en Teixeiro, el puente de Rande, la refinería de Repsol, Estrella Galicia, la cubierta de carbones de la factoría de As Pontes, la Ciudad de las Artes de Valencia, la T4 de Barajas, la Torre Picasso de Madrid, el Hotel Ars de Barcelona, el puente Lusitana en Mérida, la Philarmonie de París o la zona cero de Nueva York,