Pese a la crisis del sector naval en la provincia, el oficio de construir barcos pervive en A Coruña con el tesón de astilleros como Bláscar, reflotado por Manuel Caamaño en la ría de Ferrol, y la confianza de empresas armadoras como la coruñesa Ladrido S.L., sociedad que Vicente Lage y Manuel Blanco lanzaron en 2016 para apostar por la pesca como modo de vida. Con base en el puerto de Oza, estos armadores buscan expandir su negocio tras un lustro de actividad y han encargado al astillero ferrolano la construcción de un palangrero para reforzar su flota. Bláscar acaba de realizar la puesta de quilla (el acto formal que da inicio a la construcción de un barco) de este pesquero, que será su obra número 25.

El buque se construirá en las instalaciones de A Graña, en Ferrol, en acero naval, con la cámara de máquinas a popa. Una hélice de cuatro palas irá acoplada al motor diésel que propulsará esta embarcación de pesca, que incorpora dos túneles de congelación y medios de refrigeración de las capturas tanto en la cubierta principal como en la superior.

La de Bláscar es la historia de un resurgimiento. Los históricos astilleros de A Graña llevaban un década parados hasta que un emprendedor de la ría de Muros, Manuel Caamaño, reflotó la actividad. Pese a las dificultades del naval, los encargos de vascos, cántabros y algún gallego mantienen el negocio a flote.

El buque de Ladrido irá equipado con sistema de palangre americano y tendrá formas sin asiento, según explica Bláscar en una una publicación pesquera. “La proa será de abanico invertido para maximizar la eslora de flotación y las prestaciones de navegación”, ahonda el astillero. Será su barco número 25, un made in A Coruña.