Más de 64.000 gallegos trabajan sin estar dados de alta, la mitad que en la crisis de 2008

El cruce de datos entre la EPA y la Seguridad Social muestra que el empleo sumergido vuelve a crecer en la comunidad tras el retroceso que sufrió con el confinamiento

Un camarero atiende a un cliente en una terraza. |   // GUSTAVO SANTOS

Un camarero atiende a un cliente en una terraza. | // GUSTAVO SANTOS / Manolo Rodríguez

Manolo Rodríguez

Manolo Rodríguez

Menos empleo sumergido en Galicia que durante la crisis de 2008, pero más tras el comienzo de la recuperación después del COVID. Es la foto fija que deja una de las fórmulas que se utilizan para calibrar el grado de empleo sumergido que existe en un territorio: comparar los datos de los profesionales que aseguran tener un trabajo —estadística recogida en la Encuesta de Población Activa (EPA)— con los de aquellos que están ocupados oficialmente, los que aparecen dados de alta en la Seguridad Social.

La recuperación de la economía, tras el agujero provocado por el impacto de la pandemia, provocó que, durante el verano, Galicia alcanzase el récord histórico de ocupación. Según la EPA, más de 1.113.000 gallegos tenían trabajo en el tercer trimestre del año, la mayor cifra desde que se elabora este estudio. Pero ese incremento muestra otra realidad. La reactivación económica ha supuesto también el regreso de las bolsas de economía irregular que han existido en la comunidad. Una cifra que se había reducido por el confinamiento y por la bajada de facturación de muchos sectores.

Si se cruzan los datos de la EPA con la cifra de afiliados medios a la Seguridad Social del pasado mes de septiembre —1.049.300—, el resultado es que en Galicia había más de 64.500 personas que aseguraban tener empleo, pero que no estaban dadas de alta. Es decir, que trabajaban de forma irregular. Esta cifra supone que alrededor del 6% del empleo está sumergido. O dicho de otra forma, de estar regularizados esos más de 64.500, la nómina gallega de afiliados a la Seguridad Social se elevaría un 6%,

Aunque al tratarse de fuentes distintas, la cifra no puede tomarse al pie de la letra —al ser la EPA una encuesta tiene cierto margen de error y también influye el momento de toma de datos— los expertos coinciden en que supone un indicador bastante aproximado del peso de la economía irregular en la comunidad gallega.

Sin cambios

En los últimos años, este volumen de empleo sumergido había oscilado entre las 72.000 y las 76.000 personas —siempre crece en verano—, a pesar de los esfuerzos por combatir este problema. Sin embargo, con la irrupción de la pandemia, la cifra descendió rápidamente desde los 73.000 ocupados en la economía sumergida que reflejaba la EPA del primer trimestre de 2020, hasta los poco más de 45.000 del segundo, cuando se produjo el confinamiento. En los siguientes trimestres, el volumen de trabajadores que estaban sin dar de alta se mantuvo bajo y toco suelo en el segundo trimestre de 2021 con 55.000. Con el arranque de 2022 la situación sanitaria se normalizó, lo que provocó también un incremento de la actividad irregular. Así, la diferencia entre la EPA y la afiliación a la Seguridad Social volvió a superar las 63.000 personas en el primer trimestre de este año, y subió hasta las 64.500 a lo largo del tercero.

La existencia de importantes sectores estacionales, vinculados al turismo o la agricultura; las bolsas de empleo irregular que persisten en industrias tradicionales, junto con un sector empresarial muy atomizado y, por tanto, difícil de controlar, son algunos de los factores que explican este importante peso del empleo sumergido en la comunidad, según apuntan los sindicatos.

Pese al incremento de los últimos meses, la cifra de empleo sumergido se ha reducido desde la crisis de 2008. En septiembre de ese año, Galicia contaba con 1.081.933 afiliados a la Seguridad Social, pero los profesionales que aseguraban estar ocupados (según la EPA del tercer trimestre de 2008) eran más de 1.216.000, lo que deja como resultado que más de 134.000 gallegos trabajaban, pero no cotizaban, con lo que escapaban al control de la Administración y no realizaban ninguna aportación a las arcas públicas. Con el paso de los años, la cifra se ha ido reduciendo hasta los 64.500 actuales.

Galicia está entre las comunidades que más empleo sumergido registra, solo superada por cuatro autonomías. Lidera la clasificación la Comunidad Valenciana, con 174.000 ocupados sin dar de alta en la Seguridad Social, seguida de Castilla-La Mancha, con 112.000; Canarias, con 94.700 y Castilla y León, con 75.100 profesionales que cuentan con un trabajo, pero escapan al control de la Administración. La quinta es Galicia

Una comunidad como Andalucía, que tradicionalmente se asocia con un mayor empleo sumergido, queda muy lejos, con poco más de 29.000 ocupados de diferencia entre los registrados por la Seguridad Social y los recogidos en la Encuesta de Población Activa.

El salario de los más jóvenes crece el doble que la media autonómica

Son el colectivo laboral que, de media, tiene los salarios más bajos, pero, al mismo tiempo, sus remuneraciones crecen el doble que las de los mayores en Galicia. En concreto, el sueldo de los residentes en la comunidad que están en la franja entre 16 y 29 años vieron el pasado octubre cómo sus emolumentos experimentaron una subida del 4,9%. Es un porcentaje alejado del 7,8% con el que terminó la inflación en ese mes, por lo que la pérdida de poder adquisitivo es considerable. El salario medio en Galicia aumentó un 2,1% en términos interanuales, según el nuevo portal Economía en tiempo real que acaba de lanzar CaixaBank Research, que analiza parámetros como el consumo, la vivienda y los salarios en las diferentes autonomías con datos obtenidos a partir de los movimientos de las cuentas de sus clientes. El incremento salarial de los jóvenes gallegos se sitúa muy por encima del que experimentaron los trabajadores que están en la horquilla entre 30 y 49 años, donde subió un 2,3% y, sobre todo, de los que superan los 50 y no pasan de los 65, que alcanzó el 1,8%. El portal estadístico también deja constancia de que en octubre el salario de las gallegas aumentó un 2,4%, mientras que el de los hombres lo hizo un 1,9%. Por último, el incremento en el sector público fue del 1,8% y en el privado, del 2,5%.

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