Las gasolineras ‘low cost’ se multiplican por cuatro en Galicia en tres años y ya rozan el centenar

Las estaciones de servicio automáticas ya suponen el 14% del total, impulsadas por el final de las trabas burocráticas de la Xunta, la pandemia y la escalada de precios de los carburantes

Gasolinera de Petroprix en Arteixo. |   // CARLOS PARDELLAS

Gasolinera de Petroprix en Arteixo. | // CARLOS PARDELLAS / Manolo RodríguezDavid Page

Manolo Rodríguez

El final de las trabas burocráticas, la pandemia del COVID y el alza de los precios de los carburantes están detrás de que las estaciones de servicio automáticas se hayan multiplicado por cuatro en Galicia desde 2019, con lo que la comunidad se ha convertido en la segunda en la que más han crecido estas instalaciones en el último año, solo por detrás de Cantabria.

Pese a las reticencias con las que muchos conductores las acogieron cuando empezaron a implantarse, a finales del año pasado rozaban las 100 (97) y ya suponen el 14% del total de la comunidad, según los datos facilitados por la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas (Aesae). Han sido casi las únicas que han abierto en los últimos años, frente al repliegue que han experimentado las tradicionales.

El porcentaje gallego es cuatro puntos más bajo que a nivel nacional, donde las gasolineras desatendidas ya suponen el 18,3%. La mayor penetración está en Barcelona, con un 34%, Girona (30,3%), Lleida (30%), Segovia (27,2%), Soria (26,8%) y Valencia (25,5%).

Manuel Jiménez, presidente de Aesae, explica que la fecha clave para el despegue de este modelo de negocio en Galicia se produjo a mediados de 2021, cuando la Consellería de Economía subsanó el problema que dificultaba la apertura de estos surtidores en la comunidad. Así, resolvió que el registro autonómico de instalaciones petrolíferas pasase de ser constitutivo a solo declarativo, es decir, que el promotor debía esperar a que se le enviara el documento de inscripción para poder operar. A partir de ese momento ya no es necesario. La sola comunicación del promotor permite ahora la apertura del negocio.

“La situación de Galicia era absolutamente atípica”, reconoce Jiménez, porque en otras comunidades existía una normativa, que luego se ha derogado, que obligaba a todas las estaciones de servicio a contar con un responsable para atender a las personas con diversidad funcional, y que hasta entonces había frenado el crecimiento del sector. En Galicia no existía esa normativa, pero sí la de que el registro autonómico debía ser constitutivo. “Galicia no contaba con la exigencia de tener personal. Tenía otra que parecía que era una ventaja, pero se transformaba en inconveniente. La Xunta decía que para favorecer la tramitación de estos proyectos se iba a hacer por ventanilla única. Y para poder continuar había que esperar a recibir una comunicación. Y esa comunicación nunca llegaba”, explica Manuel Jiménez, que apunta que esa situación se subsanó en junio de 2021.

A partir de esa fecha, el número de gasolineras automáticas comenzó a aumentar de forma progresiva, aunque fueron la pandemia —al permitir repostar sin necesidad de tener contacto con otras personas—, y, sobre todo, la posterior escalada de precios de los carburantes lo que aceleró su implantación.

El resultado es que de las 24 lowcost que tenía Galicia a finales 2019 se han pasado a 97 al cierre de 2022, es decir, casi el cuádruple en tres ejercicios. Por su parte, la cuota de penetración —el porcentaje que suponen las low cost sobre todos los surtidores en funcionamiento— se ha incrementado desde el 4% al 14% en el mismo periodo. Por provincias, 41 están en A Coruña y representan el 14% del total de la provincia. En Pontevedra hay 25 (12%); en Lugo, 22 (18%) y en Ourense, 9 (10%).

También hay motivos empresariales detrás del éxito de este modelo, cuyo principal atractivo son unos precios entre 10 y 20 céntimos por debajo de la media. Como apunta el presidente de Aesae, los costes de funcionamiento de estos surtidores pueden ser la mitad y hasta un tercio de los de una tradicional, lo que facilita su implantación en determinados puntos donde estas últimas no son rentables. Desde la patronal calculan que las gasolineras de sus socios han aportado un ahorro anual de 200 euros por conductor. El presidente de Aesae descarta que se pueda producir una burbuja de estaciones alternativas en Galicia al multiplicarse por cuatro en los últimos tres años. “Uno en su casa es dueño de su patrimonio y de su dinero y si decide invertir en un tema y entiende que esa inversión le va a dar rentabilidad, eso es el libre mercado”, apunta Manuel Jiménez, que insiste en que “si alguien hace una inversión y no le funciona, habrá hecho una inversión con pérdidas y tendrá que cerrar”. “Lo único que hay que hacer es que todo el mundo cumpla con la ley y a partir de ahí el que mejor lo haga que se lleve el gato de agua”, sentencia.

En cuanto a las acusaciones sobre la menor calidad del carburante que se sirve en este tipo de instalaciones, Jiménez lo niega. “La mejor defensa son los hechos. Un modelo, que hace unos años era un 3% y ahora es un 20% del mercado a nivel nacional, lo primero que demuestra es que el consumidor, que es alguien que no habla, pero ejecuta por decisión propia determinadas acciones, le está dando la razón al modelo. ¿Se equivocan los consumidores? Una persona se puede equivocar, pero tanta gente no”, asegura.

Jiménez también apunta que un modelo de negocio que tiene el 20% del mercado no está fuera de la ley vendiendo productos de mala calidad. “Es imposible. Puede haber una gasolinera que haga una chapuza, como en todos los sectores, pero eso no quiere decir que ese problema exista”, reconoce.

Y también se pregunta por el lugar de procedencia del carburante que venden las low cost. “¿De dónde viene el que se vende en Galicia? ¿De dónde? ¿Va a venir del País Vasco? ¿Habiendo una refinería en A Coruña va a venir del País Vasco? Pues no. Viene de la refinería de A Coruña donde el resto de las empresas cogen el carburante”, sentencia.

Récord de estaciones de servicio en España con más de 12.000

David Page | Madrid

Las gasolineras alternativas siguen ganando peso en las carreteras españolas con 280 más en un año. Al cierre de 2022 —un ejercicio marcado por la crisis de precios que llevó a los combustibles a marcar máximos históricos y a aplicar descuentos de 20 céntimos por litro de combustible pagados con dinero público— había 12.084 estaciones de servicio operativas en España. Es un nuevo máximo histórico en el parque de gasolineras en la historia del sector nacional tras sumar el año pasado 274 puntos de venta adicionales, el mayor crecimiento de los últimos seis años, según los registros de la última memoria anual de la Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP), patronal que agrupa a las grandes petroleras que están presentes en el mercado español. Cuando el Gobierno de Felipe González puso fin al monopolio de Campsa en 1992, había en España algo menos de 6.000 estaciones de servicio. Después de tres décadas de crecimiento casi ininterrumpido —con muy raras excepciones de ligeros retrocesos anuales durante todo este tiempo, las últimas en 2005 y 2019—, ahora el tamaño del parque de gasolineras ya se ha duplicado. El año pasado, las marcas alternativas —enseñas independientes, hipermercados y cooperativas— sumaron 280 nuevas estaciones de servicio en todo el país, hasta tener 5.941 puntos, mientras que el conjunto de los grandes grupos integrados en la patronal AOP recortaban una treintena de estaciones, hasta las 6.143 gasolineras (seis menos que en el año anterior). Repsol se mantuvo al cierre del año pasado de manera destacada como principal operador nacional en términos de puntos de venta, con 3.304 instalaciones, el 27% del total nacional, pero con nueve menos que en 2021. Cepsa cerró el año con 1.484 estaciones de servicio, la única de las grandes que creció, con 11 puntos más que en el ejercicio anterior. BP cerró el podio, con 781 gasolineras y tres estaciones menos.

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