Emprendimiento

Filantropía de riesgo: el nuevo rumbo de los pioneros en la inversión de impacto

La Fundación Ship2B cumple 10 años y empieza una nueva etapa volcada en fomentar el mercado de la inversión a cambio de poco retorno, pero mucho impacto social

Clara Navarro, directora general de Ship2B, en un foro de inversión de impacto organizado por la fundación.

Clara Navarro, directora general de Ship2B, en un foro de inversión de impacto organizado por la fundación.

Paula Clemente

Eran cuatro gatos y, ahora, son más de 2.000. Probablemente unos pocos más, a estas alturas, teniendo en cuenta el ritmo al que ha aumentado anualmente el número de ‘startups’ en Cataluña, según el recuento que hace la Generalitat. “La gente no se da cuenta de lo mucho que ha crecido el ecosistema en Barcelona desde que nosotros empezamos”, comentaba hace unos días Ana Maiquescofundadora de Neuroelectrics, encima del escenario del Tech Spirit. Se refiere, esta emprendedora, a lo que llama generación Fractus en honor a la empresa catalana que descubrió la tecnología que hizo desaparecer las antenas (físicas) del teléfono. Y piensa, esencialmente, en el puñadito de emprendedores que pusieron a rodar la ahora icónica fundación Tech Barcelona, que celebraba su décimo aniversario en este congreso.

Hace esa misma década, Xavi PontMaite Fibla y Clara Navarro, se reunían en un bar para intentar encontrar un modo de fomentar lo que entonces se conocía como emprendimiento social: montar una empresa y ganar dinero resolviendo problemas sociales. “Yo venía de apoyar emprendedores y de ver que en España no estaba surgiendo con fuerza este movimiento que sí estaba creciendo en otros países”, recuerda Navarro. Su propuesta, ante este panorama, fue la Fundación Ship2B, una especie de aceleradora que ayudara a desarrollar proyectos de este tipo y a conectarlos con inversores sensibles a lo que ahora se conoce como “emprendimiento de impacto”.

Y lo que empezó con 4 proyectos que murieron, evolucionó a una aceleradora por la que han pasado más de 200 ‘startups (de las cuales siguen vivas un nada habitual 86%) y a un vehículo de inversión de 55 millones de euros (Ship2B Ventures) que ha financiado a casi 25 proyectos. Entre los casos de éxito están, por ejemplo, Grupo Sylvestris, una empresa que proponía reforestar bosques dando trabajo a personas en riesgo de exclusión y que ahora tiene a Repsol y a Hispasat en su accionariado, o Cebiotex, una biotecnológica con una tela biodegradable que, impregnada con una dosis pequeña de radiación o quimioterapiaquiere prevenir la aparición de metástasis tras la extirpación de un tumor.

La cuestión es que, tras diez años de actividad, Ship2B parece haber encontrado un nuevo rumbo. El origen del viraje fue el momento en el que la aceleradora se empezó a especializar en distintos verticales y abrió un canal centrado en aquellos proyectos “fundamentalmente sociales”, pero que pueden ser sostenibles, es decir, dar dinero a quien lo monta.

“Estos proyectos no pueden ir a buscar financiación al capital riesgo, porque no son proyectos que escalen mucho, ni que nunca vayan a dar una gran rentabilidad, pero la van a dar, no son una ONG, así que tampoco buscan una donación”, plantea Navarro. “A estas, ¿Quién las financia?”, se pregunta, antes de desvelar su respuesta: la filantropía de riesgo. “Esta es un área en la que nos queremos centrar mucho más: ya era fuerte dentro de la fundación, pero creemos que ha llegado el momento de que explote”

Filantropía de riesgo

Del inglés ‘venture filantropy’, la filantropía de riesgo propone coger un dinero y canalizarlo del mismo modo que lo haría un inversor convencional pero a cambio de mucho menos retorno. Es decir, que lo más importante detrás de la operación es el impacto social que genera.

“Hace diez años demostramos que se podía ganar dinero haciendo un mundo mejor, ahora creemos que la siguiente frontera es el ‘venture filantropy’”, razona la directora general de la Fundación Ship2B. “Hay temas sociales muy importantes para todos, que no podremos resolver si los dejamos en manos solo del Estado, a pura subvención, o solo en manos de la filantropía. Si colaboramos todos, los podemos atacar de forma más eficiente: no nos forraremos, pero sí que podremos recuperar la inversión”, argumenta esta experta, que ve en el ‘blended finance’ [financiación combinada entre el capital riesgo convencional o la administración pública y la filantropía de riesgo] una de las posibles claves.

Tan evidente ve el filón y tan fuertes suenan las campanas que le indican que hasta el Gobierno tiene este tipo de inversión en el radar, que Ship2B se ha desprendido recientemente del negocio de aceleración tradicional (que se lo queda Impact Hub) y está diseñando su estrategia para volcarse por completo en este nuevo proyecto. Todavía no saben si lanzando otro fondo de inversión especializado o con programas de formación como el que acaban de poner en marcha para que los herederos de las familias más ricas del país se acostumbren a la inversión de impacto una vez tengan una fortuna en sus manos, pero saben que la nueva dirección es claramente esta.

“Hay una voluntad clara de empezar a experimentar –concluye Navarro–. Estamos en la etapa de empezar a hacer pilotos: de probar en pequeño para que en un par de años alguien pueda animarse a hacer un fondo de 100 millones de euros”.