Transportes

El Gobierno presiona a Francia para acabar con las trabas contra Renfe

El Gobierno francés se comprometió a que Renfe pudiera operar la línea Barcelona-París en 2023, pero la compañía aún no sabe si conseguirá abrirla este verano

Un tren AVE de Renfe en la estación de Lyon (Francia).

Un tren AVE de Renfe en la estación de Lyon (Francia). / Renfe

David Page

La entrada de nuevos rivales frente al antiguo monopolio de Renfe ha provocado una histórica sacudida comercial en el gran negocio del tren de alta velocidad en España. La liberalización ferroviaria ha hundido el precio medio de los billetes, ha disparado la oferta de trenes y ha catapultado el número de pasajeros en los grandes corredores del tren, acabando con el antiguo tradicional del avión.

El grupo estatal Renfe se encontró primero con la competencia directa de Ouigo -propiedad de la compañía pública francesa SNCF-, desde 2021, y después con la de Iryo -controlada por la también estatal italiana Trenitalia (45%) y por las españolas Air Nostrum (31%) y Globalvía (24%)-, desde 2022. Ambas compañías dominadas por grupos extranjeros han entrado en los grandes corredores de Madrid-Barcelona, Madrid-Levante y Madrid-Sur, los mejores y más atractivos del mercado español.

Las facilidades con que se han encontrado los nuevos competidores para entrar en el mercado español gracias a la liberalización no se están viendo correspondidas en los planes de Renfe para impulsar con fuerza su desembarco en la alta velocidad en Francia. Y es que Renfe acumula ya un gran retraso en su objetivo de empezar a operar la ruta Barcelona-París y se está enfrentando a lo que consideran una lentitud administrativa por parte de las autoridades francesas que está generando malestar en el sector ferroviario español, y que también está llevando al Gobierno español a reclamar al Ejecutivo francés igualdad de condiciones.

Renfe, objetivo Paris

Durante una década y hasta finales de 2022, la conexión Barcelona-París la operaban de manera conjunta Renfe y SNCF a través de una sociedad controlada a partes iguales (Elipsos), pero el grupo galo rompió la alianza y se lanzó a explotarla en solitario. Renfe lleva desde entonces intentando lanzar su propia ruta Barcelona-París para competir con su antiguo socio. Lleva desde entonces sin conseguirlo. Y lleva todo este tiempo alimentándose dentro de la compañía española la sensación de agravio por el desequilibrio entre la facilidad con que desembarcó Ouigo en España (hace ya casi tres años) y las dificultades burocráticas con que se topa para estrenar la ruta con la capital francesa.

Madrid se queja de que la empresa española no encuentra las facilidades regulatorias y burocráticas con las que Ouigo desembarcó en el mercado español de la alta velocidad

Renfe inició su operativa en el mercado francés el pasado verano con el lanzamiento de la ruta Barcelona-Lyon y la Madrid-Barcelona-Marsella, pero su gran objetivo es estrenarse en el verdadero negocio de la alta velocidad gala con la conexión Barcelona-París. La compañía española mantiene en principio como objetivo tener operativa la ruta el próximo julio, antes de que empiecen los Juegos Olímpicos que se celebrarán en París. Pero desde el grupo se reconoce que no tiene garantías de poder cumplir su pretensión porque aún no dispone de todos los permisos y no sabe cuándo los obtendrá, y no se descarta que se acumulen más retrasos en la puesta en marcha de la ruta.

Exigir igualdad de trato

“A mí me gustaría que cuando Renfe sale a trabajar fuera de España, incluido nuestro país vecino del que viene Ouigo, tuviera la misma facilidad que tienen ellos de trabajar aquí. Me gustaría que pudiéramos llegar pronto a París, esperemos que podamos hacerlo. Hasta ahora no hemos podido conseguirlo”, subrayó hace unos días el ministro de Transportes, Óscar Puente. “Me gustaría que nuestra empresa Renfe trabajase en las mismas condiciones en las que lo hace Ouigo en España”.

Desde el Gobierno español se subraya que se ha venido insistiendo al Ejecutivo galo en la necesidad de impulsar de una vez un entorno de liberalización ferroviaria. “El Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible ha trasladado de forma recurrente al Gobierno francés la importancia y los beneficios para sus ciudadanos que implica que Renfe pueda operar en la ruta París-Lyon en las mismas condiciones que el operador ferroviario francés presta servicio en nuestro país, en un mercado ferroviario abierto a la competencia”, indican fuentes oficiales a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica, que confirman que la intención es mantener la presión hasta conseguir el objetivo. “Sin duda, el ministro Óscar Puente aprovechará futuros encuentros con el gobierno francés y sus representantes en España para reiterar el mensaje”.

El ‘ok’ a los trenes de Talgo

Tras varios encontronazos previos (con quejas españolas ante la Comisión Europea y ante las autoridades galas de competencia), el Gobierno francés se comprometió en la última cumbre bilateral España-Francia, celebrada en enero de 2023, a facilitar que Renfe estuviera operando la ruta con París antes del fin del pasado año, agilizando los procesos de homologación de los trenes que pretende utilizar Renfe en el mercado francés. Una certificación de los convoyes que sigue sin obtenerse y para cuya obtención no existen plazos concretos. Y hasta que los trenes no estén homologados, Renfe no puede conseguir el preceptivo certificado de seguridad para la conexión con París.

Renfe inicialmente activó el proceso de certificación para operar en Francia con trenes del modelo de la S-100, fabricado precisamente por el grupo francés Alstom y suponiendo que facilitaría los trámites. Pero las autoridades francesas rechazaron la homologación para la ruta de alta velocidad con París. Ahora Renfe está a la espera de que la española Talgo consiga la certificación de su modelo S-106 (el famoso Avril, que acumula también grandes retrasos) para poder utilizarlo en la ruta Barcelona-París.

El principal problema que está encontrando la dupla Talgo-Renfe para obtener las autorizaciones para poder operar hasta París se debe al incompleto despliegue del sistema europeo de gestión del tráfico ferroviario (ERTMS) en la red francesa. Un retraso en el despliegue que está suponiendo una ventaja competitiva para la pública SNFC, que tiene acceso a una tecnología cautiva en las líneas francesas y que tiene en su mano dar el visto bueno a su utilización por parte de otros operadores.