La participación, llave de la Xunta: la izquierda urbana se abstiene en las autonómicas

La votación en las generales supera en diez puntos a los comicios que deciden el Gobierno gallego

Las fuerzas progresistas lo achacan al “desconocimiento” en materia competencial

Una mujer vota en un colegio electoral de A Coruña. |   // VÍCTOR ECHAVE

Una mujer vota en un colegio electoral de A Coruña. | // VÍCTOR ECHAVE / marta otero mayán

Las fuerzas políticas de izquierdas centran, estos días, la precampaña de las elecciones autonómicas en espolear la participación de un electorado que no siempre se siente llamado a las urnas cuando lo que está en juego es el Gobierno gallego. Una abstención que tiene un perfil concreto: se da en las ciudades y en el electorado de opciones de izquierdas. A Coruña y Vigo, las grandes áreas urbanas de Galicia y con clara preferencia por las opciones progresistas, dibujan un comportamiento electoral claro en ese aspecto: mientras que el electorado urbano de izquierdas se moviliza en elecciones generales y municipales, tiende a quedarse en casa en las autonómicas.

En los pasados comicios generales, acudió a las urnas un 73,3% de los electores coruñeses, mientras que en las autonómicas del 2020, marcadas por la pandemia, que tuvo su impacto en la asistencia a las urnas, solo lo hizo un 57% de los vecinos de la ciudad. La proporción se va repitiendo conforme se retrocede en el tiempo: en las elecciones generales de abril de 2019, votó un 75% de los electores coruñeses —aunque la participación cayó considerablemente por la repetición electoral, pocos meses después —mientras que en las autonómicas de 2016, lo hizo el 62% de los censados en la ciudad. En los comicios generales de ese mismo año, el 72% de los coruñeses acudió sin embargo a las urnas.

La media deja diez puntos de diferencia en la participación de ambas citas cuando se miran los datos de las áreas urbanas gallegas. No ocurre en áreas rurales o en localidades de menor entidad, donde el desequilibrio de participación es menor y muestra, elección tras elección, porcentajes más equilibrados entre ambas citas. Aunque A Coruña y Vigo son los casos donde la tendencia está más marcada, también ocurre en el resto de ciudades, donde, sin embargo, el PP solo gobierna una.

El desequilibrio de la participación se traduce en el color político del mapa. A Coruña es una ciudad en la que la suma de opciones de izquierdas supera ampliamente a la derecha en comicios municipales y generales, pero en la que el voto conservador se impone con holgura en las elecciones autonómicas.

Los sucesivos ejecutivos que han ocupado María Pita desde el inicio de la democracia han mostrado idéntica tendencia, pues todos ellos han estado encabezados por fuerzas de izquierdas, con preeminencia del PSOE, mientras que el PP solo gobernó la ciudad durante una legislatura. En cambio, la Xunta, con el PP como inquilino casi perpetuo, solo ha cambiado de color dos veces desde la llegada de la democracia. En las últimas elecciones autonómicas, los populares concentraron el 46% del voto de los coruñeses, diez puntos por encima del resultado del partido en la ciudad en las últimas municipales, donde solo pudo hacerse con el 36% de los sufragios.

Mientras que algunas voces apelan a que este comportamiento electoral responde al fenómeno del voto dual, en el que el elector muestra un comportamiento diferente en distintos comicios, otras aseguran que la diferencia que marca el color del mapa está, precisamente, en la participación: hay un tipo de votante progresista que se moviliza en las generales, pero no lo hace en las autonómicas, cuya participación podría dar la mayoría a la izquierda en la carrera a la Xunta.

Un marco que en esta precampaña de los comicios del 18-F las opciones de izquierdas se esfuerzan en recalcar para movilizar a su potencial electorado, como también en desgranar los porqués detrás de este comportamiento electoral de los vecinos de áreas urbanas. Sus diagnósticos son distintos, aunque coinciden en señalar como causa el desconocimiento en materia competencial que el elector urbano puede tener sobre las áreas que gestiona la Xunta.

“Creo que se tiende a no dar importancia a lo que se decide dentro de las elecciones autonómicas, se considera que son más importantes en el día a día las generales o las municipales. Algo que en el rural quizá no pasa, porque sectores como la agricultura o la ganadería se sienten quizás más próximos a las decisiones del gobierno gallego”, valora Julio Abalde, ex rector de la Universidade da Coruña y número 2 por A Coruña del PSdG en las elecciones de febrero. Para Abalde, convencer a sus electores de la importancia que estos comicios tienen en sus vidas es el gran “reto” de la izquierda para la próxima cita con las urnas.

Algunos analistas suelen apelar al peso político que la Xunta, como administración, ha ido perdiendo con respecto a los primeros gobiernos de Manuel Fraga Iribarne, que redundó en una menor presencia de la institución en las vidas de la ciudadanía. Algo en lo que Abalde no coincide. “Creo que no se ha diluido la presencia, sino la acción política. El día a día de nuestra actividad está mucho más influenciada por la gestión autonómica que en tiempos de Fraga”, juzga.

En la cuestión competencial radica, también para los nacionalistas, la poca atención que el electorado urbano suele prestar a los comicios autonómicos. “Creo que hay desconocimiento sobre el significado de la autonomía y sobre lo que puede hacer o no la Xunta, que tiene competencias en vivienda, pesca, sanidad, y otros temas que, sin embargo, sí concitan la atención de la opinión pública. Hay mucha gente que piensa que esas cosas competen al parlamento español, o incluso a instancias europeas”, reflexiona Ricardo Vales, fundador de la Comisión en Defensa do Común y miembro del BNG. Vales sitúa los deberes de la administración municipal como más reconocibles y acotables para el elector, que sí tiene una opinión sobre la gestión municipal que le empuja a ir a las urnas. “Tengo una anécdota muy presente. Un día estábamos hablando del aborto y una señora me dijo: este bache lo tuve siempre en casa, con los franquistas y con los otros, y me venís a hablar de aborto. La Xunta tiene competencias para ejercer, pero la gente no lo sabe”, cuenta Vales.

Además del comportamiento del elector, otras fuerzas ponen el foco en los intentos infructuosos de las opciones de izquierdas por interpelar a este electorado y trasladarles el impacto que la gestión autonómica tiene en sus vidas, lo que hace que, juzgan, no se sientan llamados a votar. “Hay responsabilidad en los partidos políticos para apelar a esas personas. En las áreas urbanas hay una forma de enfocar la política que está centrada en el concepto de utilidad. Ejercen el voto cuando lo consideran útil para hacer política”, valora el politólogo Paulo Carlos López, portavoz de Sumar Galicia. “Existe la consideración de que son unas elecciones de segunda orden, sin importancia. El voto de las áreas urbanas, sobre todo de A Coruña y Vigo, tiene un comportamiento diferenciado también por cómo se construye el marco autonómico, que tiene que ver con políticas públicas, la actividad de gobierno y las sucesivas mayorías absolutas del PP”, señala.

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