Las papeletas de la emigración jugarán un papel clave el 18-F tras el fin del voto rogado

Expertos sitúan su participación en el 10% u ¿Un vuelco con el sufragio exterior? “Dependerá de la diferencia de votos en la asignación del último escaño en cada provincia”, apuntan

Recuento del voto emigrante en las pasadas elecciones gallegas, en Pontevedra. |   // RAFA VÁZQUEZ

Recuento del voto emigrante en las pasadas elecciones gallegas, en Pontevedra. | // RAFA VÁZQUEZ / R. Prieto

La emigración se estrena el 18-F. Es la primera cita en doce años para unas elecciones gallegas en las que la diáspora ya no tiene que pedir previamente la documentación electoral para emitir su papeleta como consecuencia del fin del llamado voto rogado, un sistema implantado en 2011 con el que los partidos se propusieron acabar con el descontrol de los sufragios que llegaban del exterior y que hizo, debido a los trámites previos, caer en picado la participación —de haber alcanzado el 30% llegó a desplomarse por debajo del 2%—. El codiciado botín electoral fuera de las fronteras (hoy son más de 476.0000 los gallegos en el extranjero con derecho a voto, casi el 18% del censo total) era pasto de la picaresca y del fraude: suplantación de identidades, muertos que seguían votando o denuncias de voluntades que se compraban por unos pocos euros ensombrecían cada llamada a las urnas.

Con el fin del voto rogado cada elector que resida en otro país ya no tiene que solicitar documentación para votar, sino que las papeletas con las candidaturas llegan a su domicilio, por lo que se prevé un aumento de la participación y, en consecuencia, los sufragios del exterior podrán ser clave en el futuro gobierno de la Xunta. Todo dependerá, según coinciden expertos en Ciencia Política consultados por este periódico, de la diferencia en la atribución del último escaño en cada provincia. Fernando Martínez y Elba Maneiro, profesores de Ciencia Política y de la Administración, dan por hecho que no se llegará a la participación del 20% que había antes de la implantación del voto rogado y que, teniendo en cuenta los requisitos impuestos en 2009 (adjuntar la fotocopia del DNI y el certificado de inscripción en el CERA) y el “banco de pruebas” que fue el 23-J (primeros comicios en doce años sin voto rogado) se situará entre el 5% y el 10%. Se trata de un porcentaje muy alejado de las previsiones que manejaba la Xunta en plena reforma del sistema (hasta un 20%) y de los niveles alcanzado años atrás (30%).

  • Antecedentes. Las sacas de votos llegadas del exterior ya provocaron un baile de escaños en varias ocasiones en Galicia. En 2009, el entonces candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, se quedó con un asiento menos en O Hórreo (de 39 pasó a 38) al ganar uno en Ourense el PSdeG a costa de los populares con el recuento del voto emigrante. Y en 2020 ocurrió a la inversa. El PP de Feijóo reforzó su cuarta mayoría absoluta al llegar a los 42 diputados con el apoyo de la diáspora, arrebatando un escaño al PSOE, en aquella ocasión en Pontevedra. Y en 2005, Manuel Fraga había fiado a la emigración la posibilidad de subir hasta el escaño 38, un sorpasso que al final no se produjo y le impidió revalidar la mayoría absoluta dando paso al bipartito del PSOE-BNG.
  • Peso del CERA y evolución. El carácter emigrante de Galicia hace que el número de gallegos en el exterior sea el más alto del mapa nacional. Si la comunidad gallega tiene una población que representa el 6% de la población de toda España, su peso en el CERA alcanza el 20%. Y en unas elecciones que se prevén ajustadas, según las encuestas, su impacto puede ser decisivo. Para la cita de este domingo, están llamados más de 476.000 gallegos en el exterior, cuyas papeletas se recontarán la semana siguiente de los comicios. Mientras el Censo Electoral de Residentes (CER), los que viven en la comunidad, disminuyen en cada nueva convocatoria —los más de 2,2 millones llamados a las urnas este 18-F son un 1% menos en la cita de hace cuatro años—, el CERA aumenta por la creciente emigración y el acceso a la nacionalidad de hijos y nietos e incluso bisnietos de emigrantes. Son ya un 3% más que en la cita de 2020.

  • Participación. Para analizar el impacto del voto emigrante en el 18-F, los expertos apuntan a la cita del pasado 23 de julio. “Tenemos una especie de banco de pruebas en las elecciones generales”, detalla Fernando Martínez, del Departamento de Sociología, Ciencia Política y de la Administración en la Universidade de Vigo. Entonces, con 470.000 gallegos inscritos en el CERA, la participación fue del 6% (unos 30.000). En las elecciones gallegas de 2020, unos comicios mediatizados por el COVID y todavía con el voto rogado en vigor, las papeletas llegadas del exterior se redujeron a niveles ínfimos: menos del 2%. “Probablemente se revierta este porcentaje, que el voto exterior con el sistema rogado sufrió una gran bajada, quedando por debajo del 3%, pero dudo que sea una participación superdestacable”, reflexiona Elba Maneiro, profesora de Ciencia Política y de la Administración en la Universidade de Santiago. Teniendo en cuenta la evolución del voto emigrante en los últimos años y el comportamiento en las generales de julio, Martínez augura una participación de la diáspora este 18-F entre un 5 y un 10%. “Sería enormemente extraño que la participación fuese superior al 10%. Y con ese porcentaje sobre un volumen del CERA que no llega al 18%, la incidencia es de menos del 2%”, expone.

  • Últimos escaños. Ambos expertos coinciden en que puede ser baja la participación, sin embargo puede resultar clave en el reparto de actas. Ya que, el vuelco —apuntan— dependerá de la diferencia de votos para la atribución del último escaño en cada circunscripción. “Pueden ser pocos los que votan, pero que sean decisivos. En términos matemáticos, resulta aleatorio”, apunta Maneiro.
  • Provincias clave. El voto exterior, según exponen ambos profesores en Ciencia Política, puede ser clave en provincias con un mayor peso de la diáspora. Es el caso de Ourense, donde el 30% del censo electoral total están inscritos en el exterior, y de Lugo, con un 20%. En A Coruña y Pontevedra, el porcentaje de voto CERA es del 15%.

  • Requisitos que condicionan. En 2009, antes de aprobarse el voto rogado, se establecieron una serie de requisitos para el voto por correo desde el exterior que derivaron en la caída de la participación. Se impuso la obligación de acompañar la documentación electoral con una fotocopia del DNI o del pasaporte y el certificado de inscripción en el CERA. Estas exigencias, apunta Martínez, mantendrán seguramente ese freno a la participación. Estas exigencias se impusieron para despejar las sombras de duda que planeaban en cada proceso sobre el voto exterior.

  • Hijos y nietos. La mayoría de los electores del CERA son hijos o nietos, e incluso bisnietos, de padres, abuelos o bisabuelos que en la diáspora mantuvieron la nacionalidad española y la transmitieron a sus descendientes o que estos la tramitaron con las sucesivas reformas del Gobierno. Solo en Argentina, residen más de 166.000 gallegos con derecho a voto en estos comicios, un tercio del total. Otro tercio está repartido por el resto de Iberoamérica, con Cuba y Brasil a la cabeza. Ambos superan los 45.000 censados. El primer país europeo con más peso de la emigración es Suiza con un censo que supera los 34.000 gallegos. El hecho de no haber pisado nunca Galicia y conocerla solo por lo que relataban sus familiares hace décadas es un factor que puede dejar una participación inferior a la que se registraba antes de la implantación del voto rogado.

Una cita sin apenas campaña en el exterior: ni reparto de propaganda ni mítines y comidas

Lejos quedan los viajes al extranjero, en especial a Iberoamérica, en la antesala de las elecciones autonómicas, los mítines para movilizar al electorado que hacía décadas había cruzado el charco pero que nunca dejó atrás la morriña pola súa terra. Ya no hay reparto de propaganda, ya no hay comidas con la diáspora ni se envían cartas, mails o se hacen llamadas para hacerse con el codiciado voto emigrante.

“Aquí se sabe que hay elecciones porque llegan los sobres que avisan que en unos días llegará la documentación electoral”, comenta un descendiente de emigrantes gallegos en Buenos Aires. Hace años, relata, venían los candidatos, incluso desde aquí los partidos llamaban por teléfono o mandaban emails invitándoles a participar. “Nada de eso se ha visto en esta campaña, lo que se sabe es a través de las redes sociales”, lamenta asegurando sentirse “español y gallego de segunda”.

Y ya no solo por eso, sino por las dificultades que —asegura otro gallego afincado en la capital argentina— acarrea el sistema de votación. Su intención era votar en las generales del 23-J y ahora el 18-F. En las del verano pasado no pudo. “No me llegó la documentación electoral. Tan solo una carta que me comunicaba que en unos días llegaría. Tal cual en esta convocatoria. Doy por hecho que no me llegará como tampoco ocurrió en las generales”, censura. “Y la opción de imprimir las papeletas en el link que aportan... Hay que ser de la NASA para descargarlas. Si me cuesta a mí, qué pasará con las personas mayores. Que además de saber imprimirlas exige tener una impresora”, concluye.

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