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Mar Lago Núñez Especialista de la Sección de Medicina Tropical y del Viajero del Hospital Carlos III

"Trabajar con un paciente con ébola es agotador, temes no volver con tu familia"

"Trabajar con un paciente con ébola es agotador, temes no volver con tu familia"andrés cruz

-¿Qué ha significado para usted como profesional enfrentarse a una enfermedad tan desconocida y de alto riesgo como el ébola?

-Llevo muchos años en Medicina Tropical y sabíamos que las fiebres hemorrágicas aparecían en África, pero no nos podíamos imaginar que, a pesar de que siempre estábamos en alerta, llegaran casos a España. Fue todo muy rápido, de repente se extiende la epidemia en África y en un minuto teníamos aquí a pacientes con ébola. A pesar de que somos tropicalistas, es una patología nueva para nosotros. En estos meses hemos aprendido bastante.

-¿Han tenido que improvisar mucho en ese aprendizaje?

-En esta enfermedad no hay tratamiento sino de soporte, y hemos tenido que investigar qué opciones había para tratar a los tres pacientes que tuvimos. Todos los tratamientos son experimentales y por ello hemos tenido que experimentar con los efectos secundarios.

-¿Cómo se afronta una situación así desde el punto de vista personal?

-Hay que estar muy preparados psicológicamente porque ha sido un proceso muy largo. En el primer caso desafortunadamente el paciente falleció a los pocos días, estuvimos cinco días dando todo lo que teníamos pero no hubo forma. Al poco tiempo tuvimos otro caso muy parecido, también trabajamos a tope 24 horas, sin fines de semana, ni vida personal porque a pesar de que las guardias las hacíamos dos personas, el equipo al completo estábamos todos los días allí porque era una enfermedad tan grave, tan nueva para nosotros, y teníamos que estar todo el rato en reuniones. Y luego llegó el tercer caso y eso fue la puntilla, porque ya estábamos muy cansados, sin vacaciones de verano, y encima era una compañera nuestra y eso fue muy duro.

-¿Cómo se afronta el caso de la gallega Teresa Romero?

-Fue muy complicado porque era nuestra compañera que se había infectado cuidando a un paciente de ébola. Estábamos muy mal psicológicamente, exhaustos, pero era una compañera que teníamos que sacar adelante sí o sí.

-¿Cómo se organizó el servicio para atender a estos pacientes?

-En el Servicio de Medicina Tropical estábamos siempre un especialista de guardia y otro médico de UVI al ser una enfermedad muy grave, las 24 horas de presencia física. Eran guardias muy duras porque estás constantemente recibiendo tratamientos nuevos, viendo sus pros y sus contras, si lo pones o no lo pones. Siempre estábamos en contacto con los compañeros americanos y los médicos que tenían pacientes de ébola en ese momento, haciendo teleconferencias prácticamente a diario para ver qué tratamiento iba mejor, cuál teníamos disponible... Estábamos pendientes de hacer todo lo mejor posible para tratar al paciente, porque la enfermedad avanza en pocos días y no se puede esperar a ver qué pasa.

-¿Cómo era el contacto con el paciente, con un traje tan complicado, el miedo al contagio...?

-El problema es que esta enfermedad tiene muchas connotaciones y no tiene nada que ver con ninguna que hayamos podido ver. No tienes contacto prácticamente con el paciente porque vas con el traje, con el que pasas muchísimo calor dentro, casi no puedes hablar, y el contacto físico, el tocar el paciente se elimina, a pesar de lo importante que es darle la mano a un paciente, hablar con ellos... Teníamos que estar como mucho 20 minutos o media hora dentro y casi no te da tiempo a hablar con él. Afortunadamente siempre puedes hablar por el interfono, pero no es lo mismo, tampoco lo puedes explorar bien. Y claro, el miedo al contagio también está ahí porque es fundamental protegernos a nosotros mismos, que nadie se contagie porque si se contagia tiene que estar 21 días de cuarentena con los contactos... y es una cadena tras otra que puede desarrollar un enfermo así. Menos mal que ya lo hemos cerrado.

-En una situación tan dura, ¿qué pasa por la cabeza de ustedes cuando oyen al entonces consejero de Sanidad culpabilizar a Teresa Romero de su contagio?

-Fue muy duro. Nadie tiene más interés que nosotros de no contagiarnos. Esto fue un contagio puntual y no sabemos lo que pasó ni cuándo fue. El riesgo cero no existe, a pesar de tomar todas las precauciones, y no se puede culpabilizar a una persona que a lo mejor se va a morir por servir a la patria.

-¿Está la administración sanitaria española preparada para abordar situaciones de este tipo?

-Ahora sí, estamos perfectos, con unos protocolos estupendos que hemos ido cambiando poco a poco. Ahora mismo España es un país que está preparadísimo para traer un caso. Lo curioso es que nosotros éramos centro de referencia y desafortunadamente, seis meses antes de que llegara un caso, nos quitaron esa categoría de centro de referencia. Avisamos de que era un error, estábamos entrenados para ello pero no nos hicieron caso hasta que ya tuvimos el ébola aquí. En cinco minutos dijeron ahora sí nos valéis. Todo el personal sanitario se volcó porque en realidad era nuestro trabajo, nos lo habían arrancado pero era el trabajo que estábamos acostumbrados a hacer y la respuesta del personal fue impresionante.

-¿Qué cambiarían ahora, una vez pasada la crisis?

-Es fundamental reforzar los equipos porque es agotador trabajar con un paciente con tantas connotaciones psicológicas, de miedo de infección... tú tienes tu familia, tu casa, tus hijos, y temes que no puedas volver nunca. Cuando nosotros nos estábamos entrenando nos lo quitaron y cuando teníamos el ébola encima nos dicen ahora valéis para ello, y cuando esto acabe no sabemos qué va a pasar, esa es la administración, quizás nos lo volverá a quitar otra vez .

-¿Con qué armas se cuenta hoy para luchar contra el ébola?

-Hemos cogido mucha experiencia porque no hay nada como vivirlo, que no es lo mismo que saber que la enfermedad existe y estudiarla. Sabemos mucho sobre prevención del personal que trabaja con ébola, también conocemos mejor la enfermedad y hemos aprendido muchísimo de los tratamientos experimentales que hay.

-¿Cómo se afronta la cuarentena, 21 días con el miedo en el cuerpo?

-Esa es otra. Tienes que estar 21 días vigilándote la fiebre y no puedes hacer una vida muy normal, no puedes tener contacto con gente enferma ni con niños, ni besar a nadie porque te pueden contagiar un catarro... Estás un poco estigmatizado ese tiempo. Luego teníamos psicólogos con nosotros porque es muy difícil trabajar soportando una tensión tan grande, durante tanto tiempo, y sin recambio humano.

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