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María Guerrero Doctora en Psicología

"Lo malo que tienen las redes sociales es que pueden sustituir la relación personal"

"Los seres humanos no solo tropezamos dos veces con la misma piedra, sino que mientras que no la rompemos no paramos. Funcionamos en automático"

"Lo malo que tienen las redes sociales es que pueden sustituir la relación personal"javier de la fuente

El despertar de la sirena. Un viaje al fondo de ti mismo, de la doctora en Psicología María Guerrero, es algo más que un libro de autoayuda y se presenta como una obra que puede facilitar que las personas encuentren su verdadera identidad, muchas veces ocultas por barreras invisibles. Es voluntaria del Teléfono de la Esperanza de Murcia, entidad que dirige.

-¿Qué es El despertar de la Sirena, un viaje al fondo de ti mismo?

-Un libro que pretende despertar la conciencia. A través de ocho capítulos hay propuestas teóricas que entran por la mente, por lo intelectual, propuestas con poemas terapéuticos que más bien conectan con lo emocional y por último propuestas de trabajo personal. Es un libro que hay que leer con un bloc al lado para poder trabajar con la única pretensión de que cada uno escriba su propio despertar de la sirena.

-¿Es una obra para todo el mundo o para quienes pasen por un momento delicado de la vida?

-Para todo el mundo, porque es un proceso entero de trabajo el despertar de la conciencia a los automatismos de los que no somos conscientes, pero que repetimos una y otra vez. Siempre digo que las personas no solo tropezamos dos veces en la misma piedra, sino que mientras que no la rompemos no paramos. Y tiene mucho que ver con eso, por qué funcionamos en automático: mensajes parentales, creencias, ideas que hemos asumido, que no las cuestionamos y desde ahí funcionamos. Entonces es el despertar de la conciencia de esto y de todos los obstáculos que nos vamos poniendo en la vida que nos impiden ser tanto como somos y crecer más allá de todo lo que podemos.

-Es doctora el Psicología y además muy implicada en el Teléfono de la Esperanza.

-Sí, trabajo en un gabinete privado en Murcia y soy profesora de la Facultad de Psicología. Y llevo 33 años como voluntaria del Teléfono de la Esperanza y en los últimos tres soy la presidenta del centro de Murcia. En el Teléfono he pasado por todo.

-¿Quién suele recurrir al Teléfono de la Esperanza?

-Sobre todo personas que están solas. A mí me gusta decir que vivimos en la sociedad del ruido. Hay demasiados ruidos en las relaciones interpersonales y la gente se siente muy sola. No hay una escucha de calidad, no hay interlocutores válidos. Inmediatamente te dicen lo que tienes que hacer, lo que has hecho, te critican, te cuestionan, y eso son obstáculos permanentes que nos aíslan de las personas. Y al final terminamos comiéndonos lo nuestro con patatas fritas, muy solos.

-¿La soledad, por tanto, es el problema de fondo?

-Esto es lo que hace que mucha gente, sobre todo ante problemas emocionales, depresión, ansiedad, el estrés del ritmo diario, las relaciones interpersonales con la pareja, la familia, problemas generacionales, todo lo que tiene que ver con la interrelación causa mucho sufrimiento. Y cuando tienes un interlocutor válido en sí ya eso te ayuda a poder colocarte en tu sitio a ti mismo, porque cada uno sabemos de nosotros mismos más que nadie en el mundo, pero los obstáculos y los ruidos nos impiden conectar. Al Teléfono de la Esperanza llaman personas en momentos determinados pero no solamente en momentos críticos, como piensan algunos. Hay momentos de confusión, por los que todos atravesamos, o situaciones de crisis. Y en el Teléfono de la Esperanza hay una persona preparada, cualificada para hacer esa escucha de calidad, que es curativa.

-El modo de vida de la sociedad actual no facilita demasiado este tipo de comunicación interpersonal de la que habla. Pero, ¿las redes sociales han facilitado o perjudicado la comunicación interpersonal?

-En su justa medida son favorables. El problema es que se sustituyen las relaciones personales en vivo y en directo por los chats y redes sociales. Claro, es un mundo muy atractivo para las personas que no están bien asentadas en su estructura de personalidad, porque a través de una red social uno no ve al otro, no le mira a los ojos, no ve su expresión, no ve sus gestos. Entonces uno se puede convertir en aquello que quiera ser, en ese yo ideal que no alcanza o que cree que le va a gustar al otro. Con lo cual esa mentira que hacemos a los demás en la comunicación con las redes sociales terminamos creyéndonosla nosotros mismos. Creo que contribuye a alimentar patologías o pseudopatologías, problemas que todavía no han dado la cara pero que se van alimentando de esta comunicación que termina siendo disfuncional y sobre todo engañosa o mentirosa para uno mismo o para los otros y que empobrece las relaciones.

-¿Tenemos cierta enfermedad social?

-Es una pena, porque yo encuentro personas que dicen: "Con mi familia no puedo hablar o con mis amigos no puedo hablar, pero en las redes lo cuento todo". "¿A quién se lo cuentas?". "No lo sé, pero es que me escucha muy bien". "¿Y tu qué sabes si te está escuchando?".

-Al menos puede servir para desahogarse.

-Claro. Pero qué pena que no puedas estar con una persona delante mirándola a los ojos, cogiéndola de las manos en un momento determinado, que tengas que lanzar lo tuyo más hondo y más profundo ahí en una red en la que no sabes ni quién lo recoge, ni cómo, ni qué va a hacer con ello después, qué uso va a a hacer de ello después.

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