La superviviente del accidente de Pedre avala al conductor: “Conducía bien, despacio”

La defensa del chófer: “En este país la culpa es del conductor, como en el Alvia”

La pasajera superviviente del siniestro en la N-541, acompañada por su abogada.   | // GUSTAVO SANTOS

La pasajera superviviente del siniestro en la N-541, acompañada por su abogada. | // GUSTAVO SANTOS / f. M.

f. M.

Rosario González, superviviente del accidente de autobús en Pedre (Cerdedo-Cotobade), en el que fallecieron siete personas en la Nochebuena de 2022, declaró ayer en el Juzgado de Instrucción número 1 de Pontevedra como testigo del siniestro. Su declaración coincidió con la del conductor, el otro superviviente del suceso, en quien esta mujer observó una conducción prudente y normal. “No tuve la sensación de que fuese rápido, conducía de forma adecuada”, afirmó González al salir de su declaración ante el juez. Esta versión choca con el análisis de la Guardia Civil, que apuntó al exceso de velocidad como causa principal del accidente.

El proceso por la tragedia sigue su curso judicial y tras la declaración el pasado viernes del conductor, ayer fue el turno de la otra superviviente. La pasajera defendió la actuación del chófer, tanto durante el trayecto, que acabó prematuramente a la altura de Pedre, como tras el siniestro, cuando la despertó y la ayudó a salir del agua.

González aseguró que en ningún momento percibió “volantazos” ni movimientos bruscos y añadió que el conductor era consciente de las malas condiciones: “Ayudaba a los pasajeros que bajaban, les avisaba de que no se veía bien”. También descartó que el vehículo tuviese problemas, aunque el chófer sí les dijo que perdía fuerza en las cuestas. Incluso “el conductor decía que tenía que ir despacio porque no se veía”, recordó. “Nos tocó a nosotras como le pudo tocar a cualquiera”, afirmó con resignación la superviviente, que perdió a una amiga en este accidente. La mujer padece secuelas física y psicológicas, que le están afectando tanto a ella como en el cuidado de su hija, según explicó.

Desde aquel 24 de diciembre, la vida de Rosario González cambió diametralmente. “Tengo que depender de otras personas para bañar a mi hija, no puedo coger peso, tengo daños en la columna”, reveló. Por ello, solicita asistencia para cuidar a su hija que sufre una discapacidad física. “Mi hija psicológicamente también está viviendo todo esto; no me cuenta lo que pasa, es muy duro”, lamentó. Su abogada, María Álvarez, explicó sobre la declaración ante el juez que ratificó básicamente “todo lo que ya había dicho en la denuncia, aclarando algunos puntos, porque parece que algunas declaraciones no se habían recogido con exactitud”.

En su testimonio, insistió en que “tiene la sensación, por lo que recuerda, de que el conductor iba conduciendo perfectamente, con las precauciones que motivaban unas condiciones climatológicas muy adversas” y que incluso el chófer les indicó que “iban a llegar con un poquito de retraso, precisamente por esa mala climatología”.

Rosario González también declaró “que no había nada de visibilidad, que no había alumbramiento en la carretera, ni reflectores en los en los laterales de la vía y cree que la sensación que tiene es que el autobús se fue en plancha, en una especie de aquaplanning o algo similar, que se deslizaba y el conductor no podía tener el control del vehículo y que por eso se cayeron”.

El abogado del conductor, Manuel Carpintero, también se encontraba ayer en los juzgados de A Parda, donde a preguntas de la prensa lamentó que “en este país la culpa es siempre del chófer, o del conductor del Alvia”, dijo en alusión al siniestro de tren de Angrois. “Iba a una velocidad adecuada”, insistió antes de cuestionar la versión de que circulaba a 90 kilómetros por hora: “Con niebla, con lluvia, con balsas de agua, nadie, salvo un suicida va a 90 km/”.