Galicia experimenta un bum de drones: las licencias superan las 5.200, 16 veces más que en 2019

Las aplicaciones de las aeronaves no tripuladas pasan por el audiovisual, las emergencias o el control de eólicos e infraestructuras

Una operadora con un dron
en el aeródromo de Rozas.   | // L. O.

Una operadora con un dron en el aeródromo de Rozas. | // L. O. / DAniel Domínguez

DAniel Domínguez

“Más que preguntar qué se puede hacer con un dron, hay que preguntarse qué no se puede hacer”. La directora de la empresa Lusant en Vigo, Yolanda Santos, define las múltiples perspectivas de negocio que ofrece el sector de estos vehículos aéreos no tripulados, unas oportunidades que explican el incremento de licencias para operar con estos artilugios, que se han multiplicado por 16 en los últimos cuatro años. En 2019, solo sumaban 321. Hoy en día, la cifra alcanza los 5.213, según los datos de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), que obliga a registrarse tanto a los operadores recreativos como a los profesionales.

La normativa cambió en enero de 2021. Hasta entonces, se aplicaba un real decreto estatal que solo obligaba a registrarse a esos últimos. Desde entonces, se aplican preceptos comunitarios que “afectan a todos los drones, independientemente de su uso (recreativo o profesional) o tamaño/peso” y se requiere “el registro como operador, si se cumplen una serie de requisitos y solo declaración de aeronave si se vuela en la categoría de riesgo medio”, recuerdan desde la AESA.

Este cambio explica solo en parte el incremento de operadores registrados, que ascendían a 876 en 2020, 2.672 en 2021, 3.963 en 2022 y 5.213 a estas alturas de año. Las potencialidades comerciales, determinan gran parte de ese aumento, sostiene Santos. En España se alcanzan los 91.502.

Fotos y vídeos aéreos para publicidad o turismo, pero también aplicaciones en emergencias, como localización de náufragos o personas perdidas en el monte a las que llevar botiquines, detección del furtivismo, control de los molinos del sector eólico... “Las aplicaciones son muchísimas. La ventaja de estos aparatos es que aportan imágenes en tiempo real, puedes tener también visiones térmicas, que se usan para detectar problemas en las líneas de alta tensión, por ejemplo...”, relata Santos sobre las posibilidades de estos dispositivos aéreos no tripulados, que la administración ya incorpora en aspectos como la detecciónde incendios forestales a la inspección de carreteras.

Restricciones

Existen varios tipos de permisos para operar un dron. Los más sencillos pueden obtenerse simplemente con un examen gratuito en la AESA, pero para lograr el mayor grado de la licencia, el STS que permite operar incluso con gafas para volar un dron a grandes distancias y con menores restricciones sobre zonas, requiere prácticas obligatorias y superar dos exámenes (teórico y práctico) mucho más complejos, con un coste que puede alcanzar los 300 euros.

El sector, sin embargo, se enfrenta a las múltiples restricciones impuestas por la administración para evitar problemas de seguridad. No se puede volar un dron sobre poblaciones para evitar que caiga sobre las personas, aunque se contemplan algunas excepciones siempre para aeronaves de 250 gramos de peso y con sistemas de mitigación de caídas (paracaídas). Tampoco se puede operar a menos de 8 kilómetros de un aeropuerto. Para ello sería necesario contactar con la terminal a través de un permiso especial. La altura máxima a la que puede operar uno de estos dispositivos es de 120 metros.

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