RESUMEN DEL AÑO GALICIA 2023

Fin a más de 30 años de Baltarismo

Varias multas por exceso de velocidad y la presión del PP dieron el finiquito a Manuel Baltar

M. J. Álvarez

Treinta y tres años es lo que sobrevivió el baltarismo en la provincia de Ourense, una saga familiar de modelo clientelar y caciquismo “a la gallega”, que empezó el padre, José Luis Baltar, continuó su hijo Manuel Baltar y a la que, finalmente dieron el finiquito, no tanto los infructuosos intentos del PP de Génova, sino un pie del propio Manuel Baltar, pisando el acelerador a 215 kilómetros por hora —posible delito penal— y el diminuto radar Veloláser que lo detectó.

Esas urgencias viajeras del entonces presidente de la Diputación de Ourense y presidente provincial del PP, un domingo por la tarde, sin agenda oficial conocida, en el coche del Pazo provincial, así como la aparición a posteriori de al menos 9 multas más por excesos de velocidad en ese mismo vehículo oficial, algunas asumidas y pagadas por personas ajenas a la institución pisaron también el acelerador de su caída. Pese a pedir “disculpas”, Manuel Baltar tuvo que dejar primero la presidencia de la Diputación y, a posteriori, y en un plan pactado con el PPdeG, dejó la presidencia provincial del partido. El premio de consolación a la fuerza fue el Senado.

De este modo Ourense se desbaltarizaba en una carrera agónica que había comenzado el PP hacía décadas, contra ese verso libre del partido que era el baltarismo, granero de votos provincial, contra el que no pudo ni el mismísimo Manuel Fraga. Cada vez que el entonces presidente de la Xunta hacía un amago de limpiar a Baltar padre, este último viajaba a Santiago con un dossier de votos y datos comprometidos bajo el brazo. El de Nogueira tenía una especie de CIA en miniatura. La vida y obras de todo enemigo estaban bajo control.

En 2010, y con José Luis Baltar al frente aún de la Diputación, se preparó el relevo y el hijo se presentó al congreso provincial del PP. Mariano Rajoy forzó un candidato alternativo, el entonces alcalde de Verín y envió muchos “cascos azules” desde Madrid para garantizar la limpieza del proceso congresual que, finalmente, con una ardua campaña del padre, ganó Manuel Baltar.

La guerra por eliminarlo continuó intramuros del PP durante estos 12 años de mandato. La marcha de Núñez Feijóo a Madrid para optar a Moncloa, apuró los tiempos. Había que eliminar del expediente cualquier signo de caciquismo a la gallega. El propio Aznar marcó lo que, fuentes del PP, llamaron “caza mayor” contra Baltar, que hizo un amago breve, por fallido, de enfrentarse con una nueva sigla, pero los alcaldes que él amamantó, fueron los primeros en renegar del baltarismo. Luis Menor fue la apuesta de la renovación del PPdeG, al frente de la Diputación. El objetivo borrar todo signo del pasado; un cambio de juego, aunque tenga que hacerlo con los mismos peones.