Gallinero último modelo, en Cecebre
Os Biosbardos aplica nuevas tecnologías para un recinto inteligente y más autónomo
Un sistema de puerta automática, una cámara de visión artificial en 360º, un altavoz para emitir avisos y un autómata programable son las bases del “gallinero inteligente” que desarrollan en Os Biosbardos, el proyecto de permacultura —sistema de agricultura ecológica basado en el cuidado del entorno y el funcionamiento circular para reducir residuos— instalado hace cinco años en Cecebre. El siguiente paso es “el entrenamiento de las gallinas” para que acudan a la llamada que emitirá el altavoz cuando toque recogerse por la noche y cerrar el gallinero, explica el fundador de Os Biosbardos, Miguel Ángel Roig.
Una aplicación, todavía en desarrollo, permite el control remoto, desde el móvil, de casi todo lo necesario para el cuidado de las gallinas, cuatro por ahora, sin necesidad de que los trabajadores tengan que asistirlas en todas sus necesidades diarias. El sistema de apertura y cierre posibilita que los animales puedan salir a pasar el día por la finca, en libertad, comiendo de forma natural y, de paso, transformando larvas que amenazan la cosecha en proteína de calidad y en abono, es decir, huevos y excrementos, explica Roig, que se autodefine como un “neorrural” llegado del mundo de la dirección de proyectos, la tecnología, la innovación y la inteligencia artificial. El impulsor colabora con una startup tecnológica en la introducción de innovaciones en su “cultura de leira”.
Una trampilla, elaborada en parte con impresora 3D, permite que las gallinas entren pero no vuelvan a salir, lo que busca protegerlas del zorro por la noche. Para que se resguarden cuando caiga el sol, el altavoz emitirá sonidos que, tras entrenarlas, comida mediante, deberán asociar a que es la hora de volver al redil. “Estamos desarrollando un sistema de identificación para comprobar que están dentro, con pulseritas como las etiquetas de las alarmas de las tiendas de ropa, adaptado a una gallina, para detectar que ha entrado. Y estamos con una cámara de visión artificial para detectar cuántas han entrado”, explica.
“La idea es que este sistema sea escalable y pueda convertirse en un establo inteligente, que sirva para cabras y ovejas, y que alguien pueda comprar”, cuenta Roig. Un proyecto “a diez años vista”, estima. “Y si nos quedamos en las gallinas, perfecto”, asegura, y reivindica la calma: “Somos slow food, slow leira”.
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